ENCUENTRO MEDIOAMBIENTAL ALMERIENSE: EN BUSCA DE SOLUCIONES

MEDIO AMBIENTE Y SOCIEDAD BARRA DE EXPLORACIÓN

DOCUMENTOS DE TRABAJO Y COMUNICACIONES

LOS SECTORES PRODUCTIVOS Y LA DEGRADACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE EN ALMERÍA. UNA VISIÓN CRÍTICA DE LA SITUACIÓN MEDIOAMBIENTAL ALMERIENSE DESDE EL SINDICALISMO ALTERNATIVO

Cristóbal Cervantes Flores, Antonio Fernández Castillo

CONFEDERACIÓN GENERAL DEL TRABAJO DE ANDALUCÍA (CGT). FEDERACIÓN PROVINCIAL DE ALMERÍA

 

1. INTRODUCCIÓN

Ecología, Economía y Trabajo: una simbiosis necesaria.

Los procesos de producción y transformación (de bienes de consumo o no) han sido tradicionalmente, y siguen siéndolo en la actualidad, los principales responsables de la degradación del Medio Ambiente en general, que no ha sido ajena a nuestra provincia. La destrucción y esquilmación de recursos naturales marca la historia de Almería en una herencia que ha condicionado, aunque menos de lo que, a nuestro juicio, debería, su desarrollo económico, lo que ha venido a repercutir en la calidad de vida de su sociedad humana.

La alarmante situación ambiental que sufre la provincia de Almería, desde los problemas tradicionales (desforestación, erosión y desertización) hasta los más actuales (contaminación del suelo y la atmósfera, agotamiento de los recursos hídricos, etc.), hace necesario incorporar criterios ambientales en la producción, necesidad que se viene poniendo de manifiesto desde hace ya mucho tiempo por el Movimiento Ecologista, que no por reiterada deja de tener hoy menos sentido, deviniendo, muy por el contrario, más acuciante. Pero no sólo la degradación ambiental debe ser motivo de esta justa reclamación, ya que, si bien aquellos procesos de producción ambientalmente insanos perjudican a toda la sociedad y condicionan su presente y su futuro, los actores de los procesos a los que nos referimos, l@s trabajador@s, sufren de manera inmediata, y en muchos casos dramática, sus consecuencias.

Definitivamente, la opción por un Medio Ambiente sano lo es por una mayor calidad de vida de la colectividad humana, por la garantía de la explotación futura (y racional) de los recursos naturales, por la distribución justa de la riqueza económica y natural. Todo ello debe justificar una relación simbiótica entre el Movimiento Obrero y el Ecologista o Medioambientalista. Esta realidad ha sido observada con inteligencia por ambos sectores. Así, el Movimiento Ecologista se ha planteado "(...) la necesidad de elaborar líneas de colaboración con los sindicatos. (...) existen problemas ambientales, especialmente aquellos relacionados con la higiene y seguridad en el trabajo, en los cuales tenemos un gran campo en el que desarrollar una labor coordinada.", aspecto éste compartido por el Movimiento Sindical, que ha afirmado que "el Sindicalismo debe cuestionarse seriamente el modelo de desarrollo económico y tecnológico actual, basado en la sociedad del bienestar, el consumo ilimitado, el industrialismo expansivo y la escasa protección del medio ambiente, y generar un desarrollo diferente que no se base en el agotamiento de los recursos naturales y el expolio del Tercer Mundo".

Los últimos treinta años de desarrollo en nuestra provincia han supuesto un éxito histórico sin precedentes, y al mismo tiempo un fracaso histórico todavía mayor, que hoy amenaza con desbaratar casi todos los beneficios del lado positivo del proceso. Los beneficios son evidentes: los medimos como aumento de la duración media de vida, mejora de la salud humana, seguridad alimentaria, acceso de grandes sectores de población a bienes de consumo de los que antes se hallaban excluidos, etc. El fracaso histórico que ha acompañado estos logros quizás es menos evidente para muchos. Tiene dos aspectos principales: el primero, que estos logros no son generalizables bajo la configuración actual de la economía capitalista mundial, por razones tanto ecológicas como sociales. Disfrutamos de ellos, a escala planetaria, sólo una minoría en el Norte; una condición para que nosotros podamos disfrutar de ellos es que la mayoría quede excluida de ese disfrute; y son cada vez más los excluidos, en un mundo donde las desigualdades día a día se ahondan y se hacen más perversas, y donde los límites ecológicos del planeta se alcanzan o incluso se sobrepasan. En segundo lugar, hemos creado una economía autodestructiva. Hoy en Almería, la vertiente negativa de estas irrepetibles tres últimas décadas de desarrollo se hace cada vez más visible, en detrimento de los positivo. Tales costes del progreso incluyen, por ejemplo, una inseguridad climática cada vez mayor (con las graves consecuencias para las zonas costeras como la nuestra), el acelerado empobrecimiento de nuestro medio ambiente, una creciente exclusión social, escasez cada vez mayor de recursos naturales (como el más básico, el agua dulce, pero también recursos pesqueros, etc), el aumento de enfermedades relacionadas con la contaminación, el deterioro de la calidad de vida, mantenimiento de una población flotante inmigrante "sin papeles" y sin derechos como mano de obra barata y flexible, accidentes de tráfico, pleitos, inseguridad que provoca gastos enormes en policía, seguridad privada, militarización, etc. Llegados a este punto de desarrollo, ¿es razonable seguir creciendo? ¿podemos decir que nuestro modelo económico y social funciona si no percibimos un incremento apreciable en el nivel de felicidad, cultura, paz y bienestar humano, mientras 40.000 niños mueren de hambre o de enfermedades evitables en el mundo?. Como dice Shumacher "No existe un problema económico... Lo que existe es un problema moral".

No es verdad que estos males sean el precio inevitable que hemos de pagar por aquellos bienes. Además, este siniestro cálculo de costes y beneficios se vuelve irrisorio si nos percatamos del inmenso problema que supone darnos cuenta que hemos creado una economía autodestructiva, un sistema de producción y distribución que mina sus propias bases, daña la salud de los seres humanos y la salud de la biosfera, y finalmente -en un proceso previsible y ya visible hoy incipientemente- se aniquila a si mismo. No es cierto que la tecnología sea neutral, ¿acaso una bicicleta puede matar un pájaro?. Ha llegado la hora de cambiar el rumbo de este viaje. Hay que subordinar el desarrollo tecnológico al desarrollo humano, y el crecimiento económico al crecimiento personal.

Hoy más que nunca, el desencuentro entre ecología y economía puede ser literalmente mortal. Lo será si no emprendemos una reorganización de amplio alcance de nuestra forma de trabajar, producir y consumir: una ecologización estructural de la economía y de la sociedad, para hallar la salida viable a la crisis ecologico-social, que es una crisis en la relación entre humanidad y naturaleza, una crisis entre los seres humanos y la biosfera que habitan. Esta relación se realiza fundamentalmente a través del trabajo. Por ello, la crisis ecológico-social debe llevarnos a replantear de modo fundamental la cuestión de trabajo y de la actuación sindical. Este es el objetivo de esta comunicación.

 

Centrando el tema: El trabajo y la naturaleza no pueden mercantilizarse

Desde la antigüedad han existido mercados de bienes en nuestra provincia; pero bajo el capitalismo los mercados han adquirido cada vez más importancia. Este proceso de mercantilización amenaza hoy con extenderse a todos los factores de la vida social y económica, con gravísimas consecuencias. Hace algo más de 200 años murió Adam Smith, el padre de la economía moderna. Él pensó que había que dar luz verde a la competitividad y que existía una especie de "mano invisible" que arreglaría las cosas. Pero lo que ha conseguido la mano invisible es ir estrangulando poco a poco al medio ambiente, a la vez que este modelo de desarrollo se ha convertido, como dice Eduardo Galeano, en "un viaje con más náufragos que navegantes".

El movimiento obrero sabe que la fuerza del trabajo -indisociable de su soporte físico, el/la trabajador/a- no puede ser una mercancía como las demás sin poner en peligro la vida y la salud de l@s trabajador@s. Ahora bien: de la misma forma, la naturaleza no puede ser una mercancía como las demás sin poner en peligro la integridad y la salud de la biosfera, la vida de la vida, de la cual nosotr@s (y el resto de las especies) dependemos absolutamente.

Ni el trabajo ni la naturaleza pueden mercantilizarse (como propone el actual capitalismo neoliberal) sin amenazar la vida de l@s trabajador@s y de la biosfera. La lucha histórica del movimiento ecologista por poner límites a la destrucción y la mercantilización de la biosfera es equiparable a la lucha histórica del movimiento obrero por poner límites a la explotación y mercantilización de la fuerza de trabajo humana.

Reconstruir ecológicamente nuestra sociedad quiere decir, entre otras cosas, reabsorber los costes externos que hoy estamos descargando irresponsablemente sobre las generaciones futuras, los pueblos del Sur, l@s más débiles en nuestras ciudades y pueblos (l@s inmigrantes, l@s pobres y excluid@s, las mujeres, etc) y los demás seres vivos con quienes compartimos el territorio. Pero ello cambia en gran medida los términos del conflicto distributivo entre los dueños de los medios de producción y los vendedores de su fuerza de trabajo. Asumir los "nuevos" costes que están aflorando es una cuestión de lucha de clases y constituye por cierto el objeto de algunas de las más importantes de este final de siglo en nuestra provincia, como son el conflicto del agua, la conservación de las zonas húmedas y los espacios naturales, la construcción y ampliación de grandes infraestructuras como puertos, autovías, el problema de los residuos, etc.

Ante estos nuevos conflictos y nuevas luchas que surgen con virulencia, los sindicatos no pueden dar una respuesta conservadora o corporativista, sino que deben convertirse en un agente activo en el proceso. Sin dejar de ser sindicatos, tienen que incorporar en su reflexión y en sus luchas nuevos objetivos que atañen a las trabajadoras y trabajadores en su triple dimensión como productor@s, consumidor@s y ciudadan@s.

El conflicto entre medio ambiente y empleo es superficial: permaneciendo iguales los demás factores, la producción con protección ambiental exige más trabajo humano que la producción ambiental irresponsable. Producir ecológicamente requiere no buscar siempre los incrementos de productividad de la energía y las materias primas y una alta intensidad de capital. Tras la ecologización estructural de nuestra economía, el trabajo socialmente necesario tendería a aumentar, pues la producción sería menos intensiva en energía y materiales y más intensiva en trabajo humano. El verdadero conflicto no se da entre medio ambiente y empleo sino entre productivismo capitalista y protección de la biosfera, entre beneficios empresariales y producción de los ecosistemas (y de los seres vivos que los habitan).

 

2. BREVE ANÁLISIS DE LA PROBLEMÁTICA AMBIENTAL ALMERIENSE POR SECTORES DE PRODUCCIÓN Y LABORALES.

Cuando se analiza el fracaso de las políticas ambientales de los últimos lustros y se sacan las consecuencias de ese fracaso, se aprecia la necesidad de desplazar los esfuerzos desde el control de la contaminación hacia la evitación de la misma. Pero cuando se trata de reorganizar los procesos productivos con el fin de generalizar la producción limpia, la participación de l@s trabajador@s es indispensable. Esta es una de las razones más importantes que recomiendan una alianza estratégica entre el movimiento obrero organizado y l@s defensor@s del medio ambiente a las puertas del siglo XXI.

"No es posible producir sin generar residuos pero sí es posible hacerlo sin contaminación, es decir, sin residuos tóxicos, peligrosos o no biodegradables. La producción limpia comporta responsabilidades para todos: desde los empresarios a los trabajadores, de los diseñadores a la Administración, pasando lógicamente por los usuarios y consumidores. No será un camino de rosas pero es el sensato, el único con futuro".

 

Agricultura Intensiva

No es el objeto de este trabajo, ni nuestra pretensión, entrar en un análisis pormenorizado del alto coste ambiental que hemos tenido que pagar en nuestra provincia (y seguimos pagando) por el mayor desarrollo económico experimentado en Andalucía en tan poco tiempo. De cualquier manera, son ya muchos los estudios que desde hace años se vienen presentando acerca de esta problemática y entendemos conveniente hacer un somero repaso de los mismos.

"Las elevadas temperaturas en el interior del invernadero, así como la humedad del mismo, fomenta la propagación de plagas; para controlar éstas se hace imprescindible la utilización de pesticidas, muchos de ellos altamente venenosos, que se utilizan de forma incontrolada, con el agravante de la falta de preparación de muchos de los agricultores (y trabajador@s asalariad@s) que los usan. (...) La quema de plásticos al aire libre produce una fuerte contaminación. (...) el uso de arena del litoral ha supuesto la destrucción de numerosas hectáreas de zonas de alto valor ecológico (...). Pero, sin lugar a dudas, la amenaza ecológica más grave es el aumento de agua utilizada a causa del incremento de la superficie invernada, lo que provoca una sobreexplotación de los acuíferos subterráneos". Obsérvese que, a pesar de que estas líneas fueron escritas en el año 1988, hoy, diez años después, los problemas siguen siendo los mismos (y agravados), así como la amenaza (asistimos al nacimiento de un nuevo Campo de Dalías, pero de mucha mayor dimensión, en los Campos de Níjar) mientras las administraciones públicas y, en menor medida, muchos de los titulares de las explotaciones las ‘siguen viendo venir’, cuando no estimulan estos procesos.

A todos estos aspectos hay que añadir la generación de un volumen de residuos que no son convenientemente tratados; la pérdida de calidad del producto provocado por la introducción de nuevas ‘marcas’ más rentables, resistentes y ‘bonitas’; la escasa rentabilidad social de la agricultura intensiva (mantenimiento de una población, la mano de obra, en condiciones precarias, tanto de trabajo como de vida. Nos estamos refiriendo a la población migrante); los desequilibrios territoriales que ha provocado la alta rentabilidad económica de la producción intensiva, propiciando la ruina de las explotaciones agrarias tradicionales (más ecológicas) y la despoblación de las zonas rurales de interior, lo que supone indirectamente una grave amenaza para el equilibrio ecológico en muchas de estas zonas (erosión, pérdida de biodiversidad, etc.).

Junto a todo ello, aparecen problemas laborales, desconocidos hasta la fecha en esta zona del sureste peninsular. La necesidad real de mano de obra en el campo y la limitación de cupos para trabajador@s extracomunitari@s por debajo de la cifra que se demanda (el déficit es de 6.800 personas), está provocando una desestructuración y fractura sociales de imprevisibles consecuencias, a lo que hay que añadir la falta de cualificación profesional de l@s jornaler@s ‘ilegales’ que l@s convierte en potenciales sujetos de accidentes laborales de muy alto riesgo, sin prestaciones sanitarias garantizadas, sin acceso a vivienda digna, sin derechos, viviendo y trabajando en condiciones de insalubridad insostenible, etc. Así, se hace necesario regularizar la situación de l@s trabajador@s extracomunitarios en Almería, como viene reclamando alguna de las organizaciones agrarias de nuestra provincia: "las necesidades de mano de obra deben ser cubiertas para poder mantener el tejido productivo almeriense. Si la estructura legal impide la disponibilidad de mano de obra legal, no existe alternativa para hacer frente a las necesidades de la producción distinta a la de recurrir a los inmigrantes que se encuentran de forma ilegal en nuestro país".

 

Pesca

La sobreexplotación de los recursos pesqueros ya generó la pérdida de éstos en los caladeros próximos a nuestro litoral, lo que ocasionó que el sector pesquero tuviera que buscar el producto en zonas alejadas (caladeros de África). Esta situación repercutió en la calidad de vida de las familias que subsistían de esta actividad, provocando la precariedad de muchas de ellas, que tuvieron que acudir a un sistema subsidiado para mantener su ocupación (subvenciones oficiales), con la inseguridad que supone apoyar su medio de vida en el paternalismo estatal y la voluntad política. A estos desequilibrios sociales (aparición de pobreza en sectores asociados al pesquero y que no reciben ayudas públicas así como los sectores subsidiados), hay que unir la pérdida de calidad del producto (inmaduro) y de biodiversidad.

Coincidimos, pues, con la Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza de Almería cuando afirma que "a pesar de la numerosas ocasiones en las que la actividad pesquera y sus problemas han ocupado la primera plana de los medios de comunicación, e incluso copado las conversaciones cotidianas, no podemos concluir que haya ido asociada tal preocupación a un debate público riguroso, que sirva para establecer un diagnóstico y una terapia adecuadas. La percepción del problema es superficial, al caer en un victimismo que culpa a otros (Bruselas, Rabat, Ottawa en la crisis del fletán, etc.), obviando los problemas de fondo: la dependencia del sector de caladeros ajenos o internacionales, agravada por el declive de los propios al ser explotados de forma irracional. El interés mostrado hasta ahora por la sociedad ha sido esporádico y ‘dirigido’: es preciso por tanto un debate amplio y profundo (...) Se trata de evitar los análisis simplistas, así como de marcar un objetivo más acorde con la realidad del problema que subvencionar el aumento de la ‘competitividad’ ruinosa para la sostenibilidad ecológica y social del sector".

 

Turismo

Volvemos a retomar una cita anterior: "En nuestro país, el aspecto turístico desafortunadamente ha venido ligado a términos como: especulación, privatización de espacios cuyo disfrute debiera ser colectivo, irregularidades laborales. En nuestra provincia se han construido urbanizaciones que han desviado recursos en la construcción de carreteras infrautilizadas, puertos deportivos... Se han fomentado el turismo residencial (el que compra chalets, parcelas, apartamentos...) y no el itinerante (el que usa los hoteles, los campings...), que es el que genera más puestos de trabajo estables. Resulta paradójico, por ejemplo, que el complejo turístico del Poniente almeriense no tenga ninguna restricción de agua, mientras que la agricultura (que produce más puestos de trabajo), se ve afectada por disposiciones legales que limitan su expansión (¡¿?!) debido a la escasez de recursos hídricos". Añadimos la generación de residuos, los atentados paisajísticos, el detrimento de la calidad del descanso por un modelo turístico insano e insolidario, etc.

Diez años han pasado por estas afirmaciones como si nada, siguen teniendo la misma frescura que antaño. La amenaza, hoy, se concreta en el Poniente (Urbanización de Guardias Viejas; Aquapark de Roquetas de Mar), Cabo de Gata (nuevamente Níjar: San José, La Isleta, etc.), Centro (poblado minero de las Menas) y el Levante (Aquapark en Vera, campo de Golf en Pulpí, etc.).

 

Energía e Industria

Tenemos en Almería el dudoso honor de contar con una de las mayores factorías de dióxido de carbono (CO2) de Europa e industrias de las más ‘sucias’. Nos referimos, en el primero de los casos, a la central térmica de producción eléctrica de ENDESA en Carboneras. Las fábricas de cemento de HISALBA en Carboneras y Gádor y la factoría de Minas de Gádor en Almería son ejemplos de las segundas, mientras las Instituciones siguen, como en el caso de la agricultura intensiva, sin hacer nada (resulta curioso repasar las hemerotecas y encontrar el siguiente titular correspondiente a marzo de 1991: ‘Minas de Gádor tiene previsto cerrar en los próximos meses su fábrica de Almería’).

El caso de DERETIL debe tener un tratamiento diferenciado. Si bien es cierto que los procesos de producción de esta empresa han experimentado una creciente preocupación por el medio ambiente desde su implantación en Almería hace ya treinta años (lo que no ha repercutido en la pérdida de puestos de trabajo, como se argumentaba contra los ecologistas que exigían la producción limpia hace más de una década, sino que ha mejorado la seguridad de l@s emplead@s), no lo es menos que, muy probablemente, esta empresa acabe cerrando sus instalaciones en Almería dentro de algunos (pocos) años para trasladar su producción a otras zonas donde las normativas ambientales (y laborales) son menos exigentes (digamos, por ejemplo, la India).

Debemos concluir que el mantenimiento de estructuras de producción ‘sucias’ son, por supuesto, una amenaza para el medio ambiente, pero también para la seguridad y la estabilidad social de l@s trabajador@s que participan directa o indirectamente del proceso productivo. "Una fábrica que contamina no tiene futuro. Las normativas ambientales y las exigencias sociales en defensa de la salud de las personas y el entorno se perciben como un problema para el proceso productivo. La producción limpia es un reto para hacer más con menos; menos pero mejor".

 

Transporte

Poco hay que decir de los sistemas (no sabemos si deberíamos hablar en singular) de transporte de mercancías y personas en nuestra provincia, donde se ha optado claramente por la carretera en detrimento del transporte ferroviario. Para apoyar nuestra apuesta por un transporte ferroviario y de calidad sirva, aunque sólo sea a manera de recuerdo, la simple enumeración de algunos de los inconvenientes que plantea el transporte por carretera frente al transporte ferroviario: impacto ambiental de las carreteras, mayor coste y gasto de las infraestructuras, inseguridad en los desplazamientos , mayor consumo energético, combustible más contaminante, destrucción de puestos de trabajo...

 

Militarización

No queremos finalizar este segundo epígrafe sin hacer referencia a la importancia que está teniendo la progresiva militarización de nuestra provincia en su degradación ambiental. Las prácticas de tiro en las faldas de Sierra Alhamilla y la realización de maniobras militares en espacios naturales (protegidos o no), entre otros desafueros, causan un significativo impacto ambiental en los valores ecológicos de las zonas donde éstos se llevan a cabo.

Por otro lado, la presencia de un importante contingente militar en Almería y la irresponsable ‘campaña de imagen’ que de éste hacen las Instituciones públicas genera, sobre todo entre la población más joven, un proceso des-educativo preocupante, al llegar un momento en el que es difícil discernir qué valores son los correctos: los que, aparentemente, se fomentan en la sociedad civil actual (Paz, no violencia, ecología, igualdad, solidaridad, interculturalidad, amor a la vida, etc.), o los que tradicionalmente aparecen asociados a fuerzas armadas como las que se instalan en Almería (competencia, fuerza física, machismo, uso de la violencia, desprecio del débil, ‘noviazgo’ de la muerte, etc.).

 

3. NUESTRA APUESTA, LOS NUEVOS MODELOS AMBIENTALES.

No queremos caer en el peligroso simplismo de creer que todos los problemas ambientales de Almería tienen una solución local: un ajuste aquí y un toque allá nos servirán para poner a punto la maquinaria de la producción. Eso ya lo estamos haciendo (con más demora de la que es prudente) la mayoría de los Estados del Norte, exportando al Sur la Industria que no queremos y sus despojos. La solución a los problemas que genera la degradación del Medio Ambiente es global: EL DESARROLLO SOSTENIBLE a nivel planetario, con una mayor atención a las zonas económicamente empobrecidas (el Sur), para lo cual se hace necesaria la desaparición del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, creando instituciones internacionales más ‘humanas’ y menos economicistas y mercantilistas, la modificación de los Acuerdos del GATT, el Tratado de Libre Comercio en América del Norte y el Tratado de la Unión Europea, entre otros. Pero tampoco es nuestra pretensión olvidar aquella afortunada máxima del Movimiento Ecologista de "pensar globalmente, actuar localmente", cayendo en el absentismo ecológico hasta que alguien no se decida a concretar eso de la ‘globalidad’ (la Historia reciente nos enseña que no existe hoy una Organización Internacional con voluntad de hacerlo; sirvan como ejemplos las Cumbres de Río y Kioto, por enumerar tan sólo las que se ocuparon de aspectos ambientales).

PRODUCCIÓN LIMPIA es algo más que un par de palabras. "Si un contaminante es eliminado en el proceso de producción, el producto resultante será limpio. Lo importante es prevenir, reciclar es un mal menor. Producción limpia consiste en utilizar materias primas y energías renovables y no contaminantes que cierren un ciclo ecológico" . Producción limpia para nosotros es (debe ser) racionalización de los recursos, creación de empleos ecológicamente sostenibles con la gestión de residuos y la protección del Medio Natural (gestión de espacios naturales, reforestaciones, mantenimiento y protección del Medio Ambiente), el turismo ecológico, el transporte colectivo y ecológico, la depuración y reutilización de aguas, el ahorro energético y uso de energías alternativas y ecológicas, la educación para la paz, la convivencia intercultural.

El futuro no podemos predecirlo, lo único que sabemos con seguridad es que nos sorprenderá. Al igual que la crisálida ignora a la mariposa, los almerienses de la Civilización de Los Millares no habrían imaginado el mar de plástico de los invernaderos. En cualquier caso, la Almería sostenible ecológica y socialmente que queremos se puede esbozar con algunos aspectos que resumimos: La economía provincial no será alimentada por combustibles fósiles, sino por energías renovables en su multitud de formas. La energía fotovoltaica hará a cada casa productora a la vez que consumidora de electricidad. Por otra parte, la producción de energía será mucho más descentralizada y, por tanto, más fiable y más compatible con las instituciones democráticas. Además el sistema energético sostenible será mucho más eficiente. El ahorro energético será prioritario. La fiscalidad tendrá en cuenta los costes sociales y ecológicos que originen las empresas con sus productos y su tecnología. El transporte será mucho menos derrochador y contaminante que ahora. Los almerienses viviremos cerca de nuestros trabajos, utilizando para trayectos largos el autobús y sistemas ferrovarios (desde Adra hasta Huercal Overa y desde Almería hasta Velez Rubio, la provincia estará surcada por líneas férreas de calidad). La carretera costera desde Aguadulce hasta Cabo de Gata estará transitada por bicicletas, desde Almería hasta Cabo de Gata por el litoral por tranvía. El reciclado será la primera fuente de materias primas. El diseño industrial se basará en la larga duración y la reutilización contínua. Una profunda reestructuración en los proceso de producción, empaquetado y recuperación, de la industria agroalimentaria, del mármol, y de todas las demás, para eliminar los residuos no biodegradables. La base biológica de la sociedad será restablecida y estable. La protección del suelo, conservación del agua, preservación de la variedad de especies, la diversidad, etc, serán maneras más equilibradas de utilizar la tierra y el mar. El turismo será acogido y fomentado, pero sólo el respetuoso con el Medio Ambiente y nuestra cultura. Millones de nuevos árboles y los esfuerzos para contrarrestar la desertificación transformarán áreas degradadas en terrenos productivos. Las ciudades y pueblos serán cada vez más pequeños, con mayor autonomía local. Los sistemas de valores basados en la cantidad, expansión, competición y dominación dejarán paso a los que impulsan la calidad, conservación, cooperación y compañerismo. A medida que la acumulación de riquezas materiales pierda importancia, el abismo entre ricos y pobres se irá reduciendo gracias al reparto equitativo de los ingresos, con lo que se evitarán muchas tensiones sociales provocadas por las injusticias y la desigualdad. Finalmente, la característica decisiva de la economía sostenible en Almería será el rechazo del ciego afán de crecimiento como criterio fundamental de las políticas económicas y sociales, para priorizar el repartir-compartir.

 

¿Y MIENTRAS TANTO?. EL REPARTO DEL TRABAJO Y LA RIQUEZA.

Tal y como hemos expuesto hasta aquí, la potenciación de una economía ecológicamente sostenible crea empleos duraderos, en cantidad mayor y más seguros. Pero mientras intentamos transformar este sistema socioeconómico, decenas de miles de parados y paradas de nuestra provincia pugnan por sobrevivir. Además, hay miles de las denominadas "amas de casa" que están catalogadas como población "inactiva" para la economía oficial. Todas estas mujeres ceden vitaliciamente su fuerza de trabajo a las economías domésticas, que es un trabajo no reconocido socialmente y ocasiona su aislamiento físico, psicológico y político -y sindical-, que conlleva una aplastante desculturización y su instrumentación por la ecológicamente insostenible sociedad de consumo. Su trabajo es polivalente y de vital importancia para un "Encuentro Medioambiental en busca de soluciones". Planifica las necesidades y administra el presupuesto. Compra en el mercado de bienes y servicios, los transporta, almacena, reparte y distribuye. Cocina, limpia, ordena y repara desperfectos. Trae al mundo la fuerza de trabajo de la economía exterior como la doméstica. Los cuida mientras son niños. Cuida de los ancianos y de la familia.

Puestas las cosas así, con una bolsa tan grande de parad@s y miles de trabajadoras no reconocidas, y dado que ya no se puede crear más empleo por los límites ecológicos que impone en planeta, ha llegado el momento de repartir-compartir los bienes actuales. La disminución de la jornada de trabajo y la implantación de una renta mínima para todas las personas que carecen de ingresos de cualquier naturaleza o los que perciben está por debajo del Salario Mínimo Interprofesional, se plantea como la única alternativa. La reducción de jornada como medida para repartir el empleo y acabar con el paro, debe contar con una serie de medidas adicionales como la aplicación por Ley, sin reducción salarial, con jubilación a los 60 años y prohibición de horas "extras", pluriempleos y destajos. Esta reducción de jornada implicaría que una parte del trabajo asalariado se transformaría en trabajo doméstico y libre tales como el vestido, montaje de aparatos domésticos, reparaciones de talleres de barrio de utilización colectiva, cultivo de nuestros propios alimentos, y liberaría tiempo para poderlo dedicar a la creación artística (el arte pasaría a ser considerado simplemente como la habilidad de hacer bien las cosas), actividades formativas y culturales, para la convivencia y la relación con la naturaleza, y en definitiva, alcanzar la paz interior y el bienestar físico, que junto a la sociedad ecológica y solidaria que hemos descrito antes, permitiría que los ciudadanos y ciudadanas de Almería fueramos felices, ni más ni menos.