Luis Vera Sánchez |
Resumen
La conservación y aprovechamiento del Patrimonio Histórico Artístico de la provincia debe asentarse sobre las administraciones locales, siendo éstas las primeras benficiarias y las principales responsables de mantener un bien que forma parte de su historia. Para ello, una acción fundamental a realizar por las corporaciones locales es la consecución de una mentalización entre sus conciudadanos, de manera que conozcan y defiendan su patrimonio, y contribuyan a su puesta en valor. Igualmente, debe tenerse en cuenta la necesidad de una inversión privada para paliar los graves déficits que la inversión pública provoca.
Para un primera aproximación sobre el tema cabría plantear una reflexión, como punto de partida: el patrimonio histórico-artístico, el legado que otros pueblos y civilizaciones dejaron sobre nuestras tierras y en nuestras ciudades, no puede ni debe entenderse como algo ajeno a la propia naturaleza, como algo impuesto o contradictorio con ella. Forma parte de ella misma, ya que en nuestros campos, desiertos y montañas se encuentra desde hace cientos, miles de años, y por lo tanto, abordar un problema como el de su conservación debe entenderse desde la misma perspectiva que se hace con el medio natural: el patrimonio histórico se debe proteger, se debe conservar y se debe potenciar, al igual que el habitat en el que se encuentra. Y todo ello desde un planteamiento que no difiere mucho de la política medioambiental imperante: el desarrollo sostenible.
Visto esto, la situación del patrimonio histórico artístico almeriense dista mucho -como, en algunos casos, el mismo espacio natural en el que se ubica- de ser entendido y asimilado por la sociedad en cuyo seno se encuentra, al igual que por las primeras administraciones que lo tienen a su cargo: las locales, aunque se realizan progresos en los últimos años, que no deben de entenderse como un triunfo sino sólo como un comienzo del duro trabajo a realizar.
El legado histórico almeriense padece, junto a la falta de inversiones necesarias para su mantenimiento, del olvido, la falta de respeto y -aún peor- de la ignorancia de los propios hombres y mujeres que habitan en el mismo lugar en el que se encuentra, desconocedores en su mayoría de las riquezas culturales con las que cuentan y del potencial que en ellas se encuentra.
Cabe señalar que, en el caso de Almería, el patrimonio histórico-artístico existente no es precisamente un legado que se caracterice por sus grandes dimensiones o por su espectacularidad, hecho que no resta importancia a su valor, pero que hace sin duda más difícil su divulgación, su conocimiento y, por lo tanto, su protección y respeto por el común de la ciudadanía.
SITUACION
Un reciente informe del Instituto de Estudios Almerienses cifraba en el 90 por ciento el número de yacimientos arqueológicos cuya conservación dista mucho de ser la adecuada, sobre una cifra de 1.200 yacimientos catalogados, entre los cuales tan sólo una gran minoría puede considerarse que reune todas las condiciones de seguridad y mantenimiento necesarias para su preservación. Junto a esta situación, los datos sobre inversiones en materia de Patrimonio ofrecen cifras terribles sobre la escasa aportación que desde la Administración pública autonómica se realiza para el mantenimiento del patrimonio cultural almeriense -frente a cifras mucho más voluminosas, invertidas en otras provincias-.
Ante este hecho, cabe plantearse qué posibilidades se deben abrir para participar, junto a la acción de la administración autonómica -que por mínima que sea, no puede olvidarse que, por lo menos hasta la fecha, es la única- en la protección y mantenimiento de este Patrimonio.
CONVENIOS
El primer paso está dado ya en algunos municipios, y pasa por la firma de convenios con la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, con los cuales se garantizaría la investigación en los terrenos edificables en donde pudieran aparecer restos arqueológicos, eximiendo del gasto necesario al propietario. Los fondos partirían de la Administración pública mientras que la mano de obra necesaria la pondría el Ayuntamiento. Con iniciativas de este tipo, se pretende potenciar la investigación y, en su caso, la conservación de nuevos restos aún por descubrir, que corren peligro de ser arrasados sin el control necesario.
El otro aspecto, aún con grandes lagunas se centra en la conservación de lo ya existente, en su potenciación y aprovechamiento. Como ya se ha dicho, que el patrimonio esté formado fundamentalmente por yacimientos arqueológicos y se carezca de grandes conjuntos monumentales, dificulta la comprensión de su valor por la sociedad en general. Los datos son, en este sentido, clarificadores: ante la existencia del yacimiento de Los Millares, uno de los más importantes de la Edad del Cobre en toda Europa, tan sólo los escolares, movilizados por las campañas fomentadas por Cultura, se muestran sensibles a su existencia. El resto de visitas están integradas, fundamentalmente, por extranjeros y por ciudadanos procedentes de otras comunidades autónomas.
Aunque en el ámbito monumental tampoco hay grandes diferencias. Ante el incendio sufrido en la Catedral hace ahora tres años, la movilización ciudadana tan sólo aportó 100.000 pesetas para la recuperación de los daños, frente a los millones donados a la cofradía cuyas imágenes, instaladas en el templo, ardieron durante la noche, provocando los daños que ahora afectan a la estructura.
A todo esto, sólo cabe añadir un prácticamente nulo aprovechamiento cultural y social de todas las edificaciones y restos existentes, uniéndose así el escaso conocimiento del patrimonio existente en la provincia con una falta de proyecto de ciudad que se da en la capital, que la convierten no sólo en páramo cultural, sino estético, visual e incluso, -y sin ánimo de exagerar- vital. (Entrando en este aspecto, cabría la posiblidad de abordar la situación del casco histórico de Almería, totalmente paralizado, que sería motivo para abordar en otra comunicación diferente).
Estos datos nos dan la clave para entender cual es la situación actual por la que pasa el patrimonio cultural almeriense desde el punto de vista de su conservación, por un lado, y desde el punto de vista de su aprovechamiento", entendido como rentabilidad cultural, social y ambiental, por otro. En el primero de los casos, la situación existente conduce a una primera y urgente solución: que para su conservación, no se deba depender única y exclusivamente de los fondos públicos, sino que el dinero debe de llegar de distintas fuentes -todo tipo de patrocinio, fundaciones culturales y donaciones-, fundamentalmente privadas y a poder ser de caracter local, provincial, regional o nacional -por este orden- así como el hecho de que la gestión de este patrimonio debe repartirse con las administraciones locales, no pudiendo dejarse únicamente en las manos de la administración autonómica (aunque no se debe privar a ésta del control final, según recoge la Ley).
Esta gestión más activa de las entidades locales tendría como principal fin el de rentabilizar" socialmente el patrimonio, convirtiéndolo, asimismo, en un elemento dinamizador de la economía local, como lo es en la mayor parte de los paises en donde su rico patrimonio cultural se convierte en principal reclamo turístico o de investigación, una opción prácticamente inexistente en Almería.
Sin duda, en este aspecto son los ayuntamientos, las corporaciones locales, las que deben jugar el papel más importante, adelantándose a las delegaciones de Cultura, (que deben continuar manteniendo siempre una tutela, que se convertiría en una vigilancia más concreta y especializada) para dar un impulso en cada uno de sus municipios a los bienes patrimoniales que conforman su acervo cultural. En este ámbito, debe fomentarse de manera especial el proceso para que las empresas, entidades financieras, etc, apoyen estas señas de identidad locales, que conformarán un ámbito de rasgos diferenciadores que convertirán la oferta ofrecida en un aspecto diferente entre unas localidades y otras.
En todo caso, tanto en las corporaciones con la misma Diputación, el Instituto de Estudios Almerienses, la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía y la misma Universidad, se debe de tener una interrelación, de manera que las personas y colectivos que deseen colaborar tengan referencias estructuradas similares a la hora de facilitar el trabajo y que no existan cuellos de botella en los que cualquier iniciativa se vea ahogada" y sin posibilidad de desarrollarse.
Asimismo, debe fomentarse en los diferentes municipios la creación de asociaciones culturales que divulguen la riqueza de la zona, y que se preocupen por su conservación, así como que recojan y dejen constancia de lo que existe a través de publicaciones que deben recibir el apoyo de las instituciones. En todos estos ámbitos, la participación empresarial, como elemento de apoyo económico y de impulso de determinadas actividades, puede y debe ser fundamental.
Destaca igualmente la puesta en marcha de escuelas taller y casas de oficios, que junto a la recuperación de edificios y al mantenimiento de determinados oficios, ayudan a la creación de empleo e insuflan una mayor sensibilidad sobre el mantenimiento del patrimonio. Precisamente en este campo, según recoge el Plan General de Bienes Culturales de Andalucía 1996-2000, Almería, junto a Huelva, es la provincia que mayor debilidad ofrece en cuanto a su desarrollo.
TURISMO CULTURAL Y MEDIOAMBIENTAL
El patrimonio crea cierta riqueza, eleva el nivel cultural de las poblaciones, y puede llegar a convertirse en un fuerte impulsor de un turismo cultural y medio ambiental cada día más en voga. En este ámbito las posibilidades son inmensas.
En todo caso, se debe señalar que están aún por desarrollar los servicios más básicos y necesarios, como el contar con centros de Documentación (Centros de Interpretación) en torno a los lugares de interés para su visita, así como puntos de información turística y el mayor desarrollo de un Patronato de Turismo que sea realmente eficiente.
Todas estas acciones para la protección y difusión del patrimonio servirán como recursos para generar riqueza (turismo, empleo).
CONCIENCIACION
Es fundamental, pues, hacer entender, sobre todo, a los gobiernos municipales, y con ellos, o a través de ellos, a los habitantes de cada uno de los municipios, la importancia que su patrimonio histórico tiene para su población, como elemento dinamizador. La puesta en marcha de cursos, fomentados por las diferentes administraciones, dirigidos a profesorado tanto al profesorado como a los mismos ciudadanos, debe potenciarse e inciderse en que desde las aulas se preste más atención al patrimonio más cercano. En la misma línea debe darse apoyo al voluntariado con conocimientos de la historia y el patrimonio local, con organización de actividades en torno a ese patrimonio.
En este ámbito, es reseñable la necesidad de un ordenamiento de las poblaciones que permita poner en valor tanto su patrimonio como las condiciones que generen calidad de vida y que no impliquen una agresión medioambiental en sus diferentes parámetros.
APROVECHAMIENTO AMBIENTAL
Toda esta actividad debe vincularse directamente hacia la protección del medio ambiente, aprovechando estrategias de conservación válidas para ambos casos.
En definitiva, y remitiéndonos a criterios aportados por la UNESCO, cabe señalar que, en cuanto a la puesta en valor del patrimonio artístico y cultural, como punto de partida, no es sólo importante el arte en sí, -conocido y valorado por los expertos e investigadores- sino la gestión de este arte (igual que actualmente se atiende a la gestión medioambiental) para que su conocimiento y difusión sea realmente efectiva.