ENCUENTRO MEDIOAMBIENTAL ALMERIENSE: EN BUSCA DE SOLUCIONES

TURISMO BARRA DE EXPLORACIÓN

DOCUMENTOS DE TRABAJO Y COMUNICACIONES

EL MODELO TURÍSTICO: CRECER SIN HIPOTECAR EL FUTURO

Antonio Fernández Compán

Grupo Ecologista Mediterraneo

 

Introducción

El turismo se ha convertido, sin duda, en una de las primeras industrias a nivel mundial. Hoy mueve más recursos económicos y genera más empleo que las grandes industrias clásicas como la del automóvil o el petróleo. En el caso de España o de Andalucía las cifras ponen de manifiesto que se trata del primer sector económico y, por descontado, el que mayor volumen de divisas proporciona a las arcas del Estado.

Esa realidad se fundamenta en la necesidad de cubrir una demanda de ocio cada vez más importante en los países llamados civilizados, más exactamente aquellos cuyo nivel de vida permite a sus ciudadanos disponer de recursos para viajar y buscar nuevas sensaciones en su tiempo libre.

Sin embargo el concepto de turismo no es unitario ni inamovible. Existe un turismo residencial, que busca lugares de residencia estables en determinadas épocas del año, compra inmuebles y repite año tras año el destino. Hay otro tipo de turismo itinerante, que es más importante en cuanto a número y que busca cada año nuevas sensaciones y destinos que le aporte las emociones que no puede vivir durante el resto del año. Este segundo modelo no se asienta durante mucho tiempo en el mismo lugar, hace uso de los establecimientos hoteleros y, por lo general, mueve más recursos económicos que el turismo de tipo residencial.

Como no existe un único tipo de turista, no existe tampoco una fórmula estable para cubrir la demanda turística. De hecho, se están produciendo a finales de este siglo nuevas tendencias que hacen que modelos tradicionales se consideren hoy obsoletos. Lugares típicamente vacacionales, masificados y con una oferta de ocio basada en los mismos elementos que el turista puede encontrar en sus lugares de origen (discotecas, bares, cines,...) están en declive y suponen un problema para los empresarios del sector y para las administraciones encargadas de desarrollar políticas turísticas.

En los nuevos modelos y en las nuevas demandas ha pasado a desempeñar un papel fundamental el medio ambiente, el entorno en el que se desarrolla el hecho turístico. No son teorías, sino un hecho real basado en las encuestas de satisfacción que los touroperadores y las empresas realizan entre sus clientes. El hecho de que más de un 80 por ciento de los visitantes de Andalucía valoren por encima de cualquier otra cosa los valores ambientales, o que esos mismos porcentajes critiquen la falta de limpieza o la modificación de espacios naturales no sólo evidencia esa realidad, sino que debe ser un elemento de reflexión para quienes tienen la responsabilidad de gestionar el sector.

 

El Turismo que viene

En unas jornadas sobre el turismo del Siglo XXI celebradas hace pocos meses en Málaga, los expertos en materia turística, procedentes de la mayor parte de los países occidentales, ponían de manifiesto que las nuevas demandas se centran básicamente en dos exigencias: la calidad y un entorno natural bien conservado, conceptos que están además íntimamente relacionados, ya que no es posible la primera sin la segunda variable, y viceversa. Agentes turísticos, administraciones, empresarios y touroperadores coinciden en que para las nuevas demandas ya no es suficiente el hotel. Ni siquiera es lo más importante, ya que la excelencia depende en gran medida del entorno en el que se desarrolla la actividad turística.

Esas nuevas tendencias muestran la importancia de un entorno completo, en el que se valoran desde las comunicaciones a la limpieza, un medio ambiente atractivo o los servicios, la oferta complementaria de actividades o la posibilidad de disfrutar de las tradiciones del lugar que se visita, desde la gastronomía a las señas de identidad de los pueblos, sus tradiciones, su cultura o el contacto con sus gentes. Modelos como los de algunos países sudamericanos, que crean auténticos "guettos" de los que se aconseja no salir a los turistas, o a los que se impide la entrada de los nativos, están en claro declive.

Los representantes de los touroperadores y consultores turísticos más importantes del mundo (entre ellos el alemán Wolf M. Iwand, de TUI; la norteamericana Lynne Sorensen, de Travel Strengths; o Rolf Freitag, de European Travel Monitor, junto con expertos españoles como Eulogio Bordas o Julio González Soria, vicepresidente de la Federación Internacional de Tourperadores) coinciden en señalar que el turista del próximo siglo deja de ser un sujeto pasivo, un observador o un espectador de lo que le rodea, para exigir cada vez más el derecho a vivir las sensaciones, a ser protagonista de sus propias aventuras. Se ha acuñado un nuevo concepto que define la tendencia del futuro, el "EMOTIONWARE" o la forma de buscar y proporcionar emociones y sensaciones al turista. Es una oferta personal, pero también es un seguro de futuro para aquellas zonas o aquellas empresas que sean capaces de adoptar el nuevo modelo, porque las emociones se transmiten mucho mejor que cualquier otro aspecto del viaje. Es, en resumen, un elemento de satisfacción, pero también un instrumento de promoción exterior de cualquier oferta.

 

El Turista "itinerante"

Todo cambia rápidamente en un sector como el turístico, donde las sensaciones y las emociones corren paralelas a la competencia entre destinos de todo el mundo. Decían los expertos reunidos en Málaga que la competencia de nuevos destinos está creciendo de forma muy acelerada. El hecho de que se muevan billones de pesetas en el sector llama la atención de países que hasta ahora no se habían planteado su vocación turística. Y esos nuevos destinos, en especial los de sudamérica, los africanos o algunos países del sudeste asiático han comprendido muy bien que tienen una oferta natural importante que deben conservar a ultranza. Evidentemente han contado para ello con asesores turísticos de los países más avanzados. El hecho es que en la mayoría de los casos imponen a sus ciudadanos y a sus visitantes un respeto casi absoluto por el entorno y el patrimonio natural, base de sus modelos y forma de asegurar el futuro.

Los cambios ya están teniendo un reflejo evidente en el modelo turístico andaluz y, por ende, en el almeriense. Los estudios de mercado nos muestran un claro descenso en la estancia media de los turistas en los establecimientos hoteleros.El turista ya no busca un lugar para pasar un mes, ni siquiera quince días. Ahora prefiere moverse por la zona donde eligió pasar sus vacaciones y se queda unos pocos días en cada lugar. Visita lo más atractivo de cada zona y, en función de la satisfacción, cambia más o menos rápidamente. Este hecho está relacionado con esa tendencia que antes indicaba a "vivir sus propias aventuras". El turista deja de ser un elemento pasivo, que se deja llevar de un lado a otro en grupo para ver lo que el agente turístico quiera enseñarle y se independiza. Utiliza su propio coche o busca medios de transporte ágiles que lo trasladen hacia donde quiere ir, que los lleve a los lugares de los que le han hablado o que le permita descubrir por sus propios medios aquellos otros que, estando fuera de los circuitos formales, le hacen tener la sensación de que está protagonizando su aventura particular.

Así pues, el turista depende cada vez menos de los hoteles o de los establecimientos que el sector pone a su disposición. Ello no quiere decir, en absoluto, que no demande calidad. Allí donde decide parar, busca lugares cómodos, con buen servicio y con buenas instalaciones de todo tipo. Lo que hay que tener claro es que el entorno en el que se mueve el turismo es cada vez más exigente con todo lo que existe en una determinada región.

 

En busca de lo "auténtico"

Volvemos ahora a recurrir a las encuestas de los grandes touroperadores para explicar nuevos conceptos que marcan las tendencias del turismo. TUI, el mayor touroperador alemán en destinos españoles, ha consultado a miles de visitantes que eligen Andalucía y Almería. De esa consulta se extraen dos consideraciones de importancia, además de la creciente demanda de establecimientos y servicios de calidad:

- El turista está cada vez más preocupado por la calidad ambiental de los lugares que visita, hasta el punto de que se muestra decidido a renunciar a determinados destinos en los que el entorno ha sido deteriorado por la acción del hombre. Ya no se trata sólo de que le guste más o menos, sino de que la calidad ambiental condiciona sus decisiones de futuras vacaciones. Además, tiende a expresar esa disconformidad en su comunidad, de modo que está influyendo negativamente en las decisiones de los demás.

- El turista pide cada vez más la "autenticidad" de lo que visita. No comulga con zonas o lugares artificialmente bellos, aunque eso haya servido para crear parajes paradisíacos en zonas teóricamente poco atractivas. Quiere ver lo característico de cada lugar, lo no manipulado por la mano del hombre o por las empresas, por bello que pueda parecer a los diseñadores de esos nuevos espacios. Wolf M. Iwand, director ambiental de TUI, explica que cuando el turista alemán llega a Andalucía o a Almería "realmente quiere conocer lo que ES, y no en lo que quieren convertirlas". El concepto de lo "auténtico" gana adeptos con el paso del tiempo y se convierte así en un elemento atractivo, capaz por sí solo de atraer a nuevos visitantes.

No se trata de opiniones de estudiosos ni de ensayos de laboratorio. Esta opinión es la que facilitan miles y miles de visitantes alemanes. Gente que ha recorrido nuestras tierras y que elige libremente sus opciones. Por esa causa tienen aún más valor.

 

El turista rentable y turista antieconómico

Llegados a este punto, cabe hacer una distinción a mi juicio fundamental a la hora de escoger el modelo turístico a desarrollar en Almería, o en cualquier otro destino que pretenda ganar cuota de mercado en el futuro. Esa distinción se basa en qué tipo de turista queremos captar, porque en esto, como en todo, hay para todos los gustos.

Un primer grupo serían los turistas de nivel bajo o medio bajo. Son personas con recursos limitados que viajan en masa, contratan en origen prácticamente todos sus gastos y viajan con poco dinero. Conforman "paquetes" que negocian precios reducidos en los establecimientos y que no disponen de recursos suficientes para acceder a la oferta complementaria, para consumir en otros establecimientos de restauración o para profundizar en el conocimiento de las zonas a las que se desplazan.

Un segundo grupo lo integran los turistas que provienen de un estrato medio o medio alto. Aunque viajen en grupo hasta el destino, tienden a ir por libre una vez en él. Buscan emociones y disponen de recursos para acceder a ellas. Disfrutan moviéndose en un entorno amplio, recorren lugares relativamente alejados y consumen todo tipo de productos y servicios, desde el alquiler de un automóvil hasta equipamientos deportivos. Gustan de conocer la cultura, la gastronomía y las costumbres de los lugares que visitan y están dispuestos a "invertir" para ver satisfecha su curiosidad.

Hay un tercer grupo, en el que se integra el turista de alto nivel. Básicamente busca de forma individual el lujo y el bienestar. Consume todo tipo de bienes y servicios. Pide opciones que van desde jugar al golf hasta practicar la vela o el esquí. No escatima en gastos a la hora de buscar su propia satisfacción, que puede ir desde la alta restauración hasta contratar servicios que le permitan aventurarse en el conocimiento de nuevos lugares, o en la percepción directa de la aventura.

En el caso de Almería, no considero aventurado afirmar que ofrece muy buenas perspectivas para dar satisfacción al segundo grupo, mientras que aún está a tiempo de prepararse activamente para acoger al tercero. En ambos casos son colectivos o "clientes" que pueden aportar una rentabilidad cuando menos interesante. La demanda que generan supone además una garantía de cara al futuro, puesto que la exigencia de espacios poco deteriorados o "auténticos" justifica, por sí misma, que se adopten medidas tendentes a mantener la calidad ambiental como parte importante del sistema.

En cuanto al primer grupo, debe contemplarse como referente para algunos establecimientos que dependen actualmente de esos paquetes para mantener la actividad, pero en ningún caso puede plantearse la captación de ese segmento como base para el futuro turístico de la provincia, ya que además de ser escasamente rentable, se trata de un turismo muy poco "fiel". Acude a los lugares donde la oferta es más barata y no le importa cambiar (aunque haya obtenido satisfacción) si le ofrecen duros a cuatro pesetas.

 

Turismo es "todo"

Una cosa está clara, tan clara como que es una idea compartida no sólo por los ecologistas, sino por los empresarios del sector y por la Administración: Turismo no son los hoteles, ni las playas ni el sol. Turismo es un concepto cada día más amplio y que abarca todos los campos de actividad y todos los recursos. Una oferta turística concreta es la integrada por los establecimientos de todo tipo, por el medio ambiente que los circunda, por la calidad de los servicios municipales de información o de limpieza, por las comunicaciones disponibles, por la pureza de las aguas del mar, por las costumbres o el patrimonio cultural de los pueblos, por los equipamientos deportivos, por las actividades complementarias o por el nivel de ruidos, por poner algunos ejemplos. Pero hay más; todo aquello que hace cómoda o incómoda una zona, que suponga cualquier tipo de atractivo o, en el polo opuesto, que rompa de alguna forma la armonía del conjunto, se puede considerar como una parte de la oferta turística.

Desde el sector empresarial se reclama con insistencia que la política turística no sea un islote, independiente de todo lo demás. Así lo reclamaba el presidente del Area de Turismo de la Confederación de Empresarios de Andalucía, José María Rossell, hace poco tiempo. Esa "sensibilidad" parte del conocimiento de los problemas y de las realidades del sector. Una postura que aunque llega tarde para muchas zonas turísticas, castigadas desde hace años por la especulación y por la escasa planificación, puede ser rentable para la provincia de Almería, que se salvó de los desmanes del desarrollismo y que parece haber comprendido (no en todos los casos ni en todas las zonas) el mensaje inequívoco que los propios turistas están mandando desde hace varios años.

 

El entorno como recurso turístico

Hoy pocos dudan (sólo los más torpes) de que el entorno natural es la piedra angular sobre la que se asientan las bases de una oferta turística. Hoteles pueden construirse en cualquier parte, pero sólo si el enclave es atractivo o si en sus proximidades existen zonas con "reclamo" tiene posibilidades de futuro. Por lo explicado con anterioridad se deduce que el clásico modelo de "sol y playa" no es suficiente para atraer al turista que llamábamos "rentable", por otra parte el que más abundará en los próximos años. Se hace necesario una visión mucho más amplia del turismo y de las nuevas demandas.

Los índices de ocupación y, sobre todo, la disminución palpable de la estancia media, obligan a dimensionar correctamente la oferta. Pero también obligan a determinar con claridad hasta qué punto es rentable destruir en todo o en parte el entorno que alberga un modelo turístico. Es evidente que espacios naturales como las dunas, el Cabo de Gata, las salinas de Punta Entinas o Guardias Viejas, las sierras de María-Los Vélez, Sierra Nevada o Sierra de Cabrera o el Karst de Yesos de Sorbas son elementos únicos que los turistas pueden encontrar y disfrutar en Almería, pero en ninguna otra parte del mundo y, por descontado, no en sus países de origen. Para un alemán acercarse a un flamenco rosa, asomarse a las calas de Cabo de Gata o acechar con su cámara a un jabalí en alguna de las sierras de la provincia supone una aventura irrepetible en su país. Algo que recordará durante años y que contará a sus paisanos en las tertulias. En resumen, es promoción directa y eficaz, es la mejor publicidad que jamás se haya inventado en el negocio turístico, y así lo reconocen todos los agentes públicos o privados relacionados con el sector.

Esa es la importancia del medio natural y de su conservación. Al mismo tiempo, ése sería el principal error si a la hora de planificar no se tiene en cuenta algo tan evidente. La destrucción de recursos ambientales de tal magnitud supondría, de hecho, una hipoteca nefasta para el futuro del turismo en la provincia.

 

La oferta turística almeriense

La provincia de Almería cuenta hoy con algo más de 40.000 alojamientos turísticos. El mayor porcentaje se lo llevan los hoteles y hoteles-apartamentos, con un total de 16.022 plazas, seguido de los campings, con 11.970 y de los apartamentos con 9.995. A distancia están las pensiones, que ofrecen 3.137 plazas, pero que por sus características están alejadas del concepto de oferta turística en el que nos movemos.

La capacidad hotelera es objeto de controversias entre los que piensan que cubre la demanda y los que abogan por un incremento del número. Lo cierto es que los niveles de ocupación sólo se acercan al cien por cien (sin llegar) en el mes de agosto, mientras que el resto del año permanecen en unos porcentajes medios que oscilan entre el 50 y el 70 por ciento. Hay que hacer una aclaración que considero importante: Los establecimientos con mejores niveles de ocupación con los más modernos, los de mayor calidad, que con mayor frecuencia se acercan a porcentajes de ocupación más elevados. Ello es muestra de que las demandas buscan precisamente esa calidad de la que se hablaba en apartados anteriores.

Vistos los datos, cabría pensar que de cara al futuro más que incrementar sin freno el número global de plazas de alojamiento habría que apostar por incrementar aquellas que ofrezcan un nivel mínimo de calidad a los visitantes, incluso en detrimento de aquellos otros que, no llegando a esos niveles, presentan índices de ocupación sensiblemente inferiores y que, de cara a las nuevas tendencias, tienen poco que aportar. Esta propuesta se fundamenta simple y llanamente en que mientras los establecimientos de calidad mantienen una ocupación media anual que supera en la mayoría de los casos el 75 por ciento, los de menor calidad no consiguen llegar siquiera al 45 por ciento.

Hay una nueva alternativa aún por explotar que presenta excelentes perspectivas de cara al futuro y que, sin embargo, no ha tenido hasta ahora un desarrollo adecuado. Se trata de la oferta turística del interior o turismo rural. Mientras en todo el país está creciendo una oferta especializada, cada vez más importante y con unos niveles de calidad y de de servicios sobresaliente, en la provincia de Almería ese desarrollo es todavía muy tímido. Poco a poco han ido naciendo establecimientos y servicios, pero hoy son absolutamente insuficientes para las posibilidades que se abren. No es raro encontrar en alguna de las comarcas almerienses un grupo de turistas en busca de un lugar donde comer o a la caza de alguien que quiera explicarles las características, la historia o la razón de un monumento, una iglesia o un paraje. Estas nuevas necesidades, para cubrir las nuevas demandas, deberán tener un desarrollo cierto en los próximos años.

 

Crecer con inteligencia

Establecidas bases del turismo futuro, tendencias y situaciones, acometemos un esbozo de las líneas de crecimiento y de las necesidades para que el modelo turístico almeriense sobreviva a los modelos especulativos y a las ambiciones de unos pocos. Se trata de crecer sí, pero de una forma inteligente que no conlleve en ningún caso poner en peligro los recursos de los que dispone la provincia y que la hacen distinta a cualquier otra.

Almería debe buscar un modelo que, basado en los atractivos únicos que la diferencian de otros, permita un desarrollo sostenido de la industria turística. Esa crecimiento debe buscar la calidad por encima de todo: Calidad en los establecimientos, pero también calidad ambiental o de servicios. No parece lógico, por ejemplo, que disponiendo de una Escuela de Hostelería que forma excelentes profesionales, éstos se vean obligados a buscar trabajo en otras zonas mientras en Almería se ofrece un servicio no siempre cualitativamente destacado o diferente a otros destinos vulgares. Ello quizá es consecuencia de una planta hotelera de tipo medio aún amplia, aunque poco eficaz para atender las nuevas demandas turísticas. Muy probablemente la apuesta por la calidad hotelera supondría también un incremento notable en la cualificación profesional del personal de dichos establecimientos, una cualificación para la que, desde el punto de vista formativo, Almería ya está preparada desde hace varios años.

El desarrollo turístico no debe suponer tampoco un "plus" de presión urbanística a la que ya soportan determinadas zonas del litoral y del interior de la provincia. A estas alturas, y con los continuos dictámenes que parten de los touroperadores, de los empresarios y de las administraciones públicas (que recogen las demandas de los turistas) sería absurdo pretender la ocupación/destrucción de espacios que son, en sí mismos, un activo fundamental para el sector turístico (léase Cabo de Gata o Guardias Viejas, por poner dos ejemplos de presión urbanística especulativa reciente).

Lo que llamamos "crecer con inteligencia" significa, fundamentalmente, apostar por un modelo turístico que proporcione al turista la satisfacción y el cupo de emociones que viene buscando cuando escoge la opción Almería sobre cualquier otra. Reproducir modelos ya vigentes supone entrar a competir a destiempo con modelos ya muy desarrollados en otros puntos y zonas turísticas que, además, intentan por todos los medios superar los moldes clásicos porque éstos ya no funcionan. Pretender, a estas alturas, entrar en un mercado decadente y desaconsejado por todos los expertos sería suicida y estúpido en grado sumo.

 

Conclusiones

El desarrollo de esta comunicación nos lleva a establecer una serie de conclusiones que no por evidentes dejan de ser menos necesarias. A saber:

- El turismo se encamina hacia un modelo donde el turista cobra importancia a nivel individual, más que colectivo. Demanda servicios de calidad y quiere vivir sus vacaciones de forma individual, personalizada. Busca emociones y parajes desconocidos, inhabituales y con un alto grado de naturalidad. Exige un medio ambiente no modificado, ni siquiera acepta que se hayan acometido actuaciones para un embellecimiento artificial. Prefieren, según reflejan en sus opiniones, lo "auténtico" sobre lo embellecido.

- La provincia de Almería ofrece hoy por hoy una serie de características claramente diferenciadas con respecto a la mayor parte de los destinos turísticos convencionales. Mantiene un aceptable nivel de naturalidad, no está aún masificado, combina una excelente oferta de sol y playa con otra de tipo rural o natural en buenas condiciones. Está, por tanto, a tiempo de subirse al carro de las nuevas tendencias, aunque para ello necesita desarrollar una oferta complementaria y una serie de servicios de apoyo de los que carece.

- La calidad de la oferta hotelera y unos espacios naturales dignos no se ven acompañados por el resto de los equipamientos públicos o privados. El entorno de ciudades, pueblos o zonas de cultivo presenta suciedad y residuos de todo tipo. Las sierras dejan ver con frecuencia vertederos o zonas de acúmulo de basuras. Las comunicaciones siguen siendo deficientes, sobre todo en materia ferroviaria. Todo ello desmerece las posibilidades del conjunto de la oferta turística provincial y necesita un plan global que consiga corregir esas deficiencias.

- Persisten las agresiones de tipo urbanístico-especulativo sobre algunos de los espacios naturales más característicos de la provincia. Ha quedado claro en este informe que si algo condiciona las decisiones de los clientes turísticos es el entorno natural, lo que convierte en incomprensible que se sigan intentando urbanizar zonas que por su alto valor ecológico son uno de los principales valores para el sector.

- El turista clásico, que permanece durante una larga temporada en un enclave determinado, está en claro retroceso. El futuro viene marcado por una movilidad cada vez mayor. Ello se refleja en la estancia media, que cada año se rebaja más. Almería, la provincia andaluza con mayor estancia media por turista, apenas supera los cinco días. Esa movilidad les lleva a lugares atractivos, donde gustan de conocer las tradiciones, las culturas, la gastronomía o las fiestas y costumbres populares, elementos todos ellos que será necesario cuidar y desarrollar de cara al futuro.

- La destrucción de espacios naturales no es rentable. Permitir que las urbanizaciones copen la costa produce resultados perversos a medio y, sobre todo, largo plazo. Las promociones especulativas sólo provocan desequilibrios en los centros residenciales actuales y suponen un enriquecimiento rápido y fácil para unos pocos, en detrimento del interés general que las actuaciones en materia turística deben promover.

 

Propuestas de actuación

Aunque realizar propuestas es una tarea que, desde mi punto de vista, requiere un debate previo y la participación de todo tipo de agentes públicos y privados, algunas de las que considero básicas serían las siguientes:

- Tras el debate que probablemente se establecerá en el Grupo de Trabajo de Turismo de este Encuentro Ambiental, se hace preciso asumir y comprender las nuevas tendencias y preferencias del turista del futuro y, por tanto, asumir la necesidad de avanzar hacia un modelo que posibilite dar satisfacción a esa demanda. Debe producirse un pronunciamiento claro de todas las administraciones y empresarios implicados en el sector para cubrir las nuevas demandas, salvando personalismos y propiciando un modelo común.

- En necesaria la creación de un órgano, con poder consultivo pero también ejecutivo, capaz de ordenar el desarrollo turístico de la provincia. Es imposible que Almería ofrezca una imagen unificada y fuerte si cada empresa y cada municipio hace la guerra por su cuenta. La provincia ha de ser contemplada como un mercado único y sólo de esa forma se podrá vender en los mercados exteriores o nacionales. Vender Bédar, Níjar o Roquetas por separado crea confusión y distrae del verdadero objetivo: Vender el sello "Almería". Ese órgano deberá estar integrado por los empresarios y agentes sociales (sindicatos, ecologistas, comerciantes, profesionales) y por todas las administraciones competentes en las múltiples materias que definen la oferta turística que, como he explicado anteriormente, son la práctica totalidad de las existentes (Turismo, Medio Ambiente, Fomento, Obras Públicas y Urbanismo, Consumo, Diputación, ayuntamientos, Salud). La misión de este órgano (que podría denominarse Consejo Provincial para el Desarrollo del Turismo) sería analizar los proyectos y propuestas de creación de nuevos equipamientos e infraestructuras, planes urbanísticos o formativos, entre otros muchos. Pero también la de diseñar y proponer actuaciones beneficiosas para el turismo almeriense. De ella deberán salir las directrices para preparar el futuro del sector, establecer las reglas de juego o determinar los límites entre crecimiento y desarrollismo.

- La legislación ambiental, sanitaria, de consumo o urbanística se elaboró y se aprobó para ser cumplida. Se propone una vigilancia exhaustiva del cumplimiento legal para evitar que la tan extendida práctica de los hechos consumados se siga poniendo en práctica impunemente, basándose en la reconocida debilidad de las administraciones para aplicar los instrumentos de disciplina urbanística (nada ya construido se derriba). La Ley no debe ser negociable y su cumplimiento, al menos en lo que hace referencia al urbanismo, tiene que ser asumido por un órgano ya creado al efecto, la Comisión Provincial de Urbanismo que, en materia de desarrollo turístico en las zonas más sensibles del litoral, debe dejar de ser contemplativa y exigir el pleno cumplimiento de la normativa.

- La autorización de nuevas instalaciones hoteleras debería tener en cuenta las crecientes exigencias de calidad de los turistas que nos interesan desde un punto de vista económico. Apoyado en el órgano rector (Consejo Provincial...) debe velar por una sustancial mejora de las estructuras en cuanto a calidad. Al mismo tiempo, promoverá y apoyará el desarrollo de actividades y empresas que sean capaces de cubrir las nuevas demandas de turismo rural, turismo de naturaleza o turismo deportivo, siempre dentro de los parámetros de calidad que se demandan.

- La llamada oferta complementaria es importante para que el visitante descubra sensaciones y viva experiencias enriquecedoras. Desde las administraciones públicas se debe impulsar que fiestas populares o tradiciones culturales traspasen el ámbito local y lleguen a los circuitos turísticos. Hay centenares de manifestaciones religiosas y culturales a lo largo y ancho de la provincia que hacen las delicias de los escasos turistas que tienen acceso a ellas. Acontecimientos como la bendición de los animales por San Antón, la Semana Santa de algunos pueblos del levante almeriense, los Juegos Moriscos de Aben Humeya o las Fiestas del Cristo de la Luz de Dalías, ciertamente habituales para buena parte de los almerienses, son acontecimientos de primer orden para numerosos turistas procedentes del centro de Europa, que "alucinan" con muestras semejantes de la cultura y de las tradiciones populares.

- Los recursos ambientales también deben ser aprovechados, si bien de forma ordenada y cuidadosa. La contemplación de los flamencos rosa en Punta Entinas o en Cabo de Gata, una visita al Desierto de Tabernas, a las cuevas de Yeso de Sorbas (las más importantes de Europa, aunque en Almería la mayoría aún no lo sepa), a las minas de oro de Rodalquilar o a las zonas volcánicas del Cabo de Gata (además de a sus incomparables calas y playas) son factores que pueden jugar un papel importante en el desarrollo del "Emotionware", en la búsqueda de sensaciones que "marquen" al visitante.

A modo de resumen hay que decir que Almería mantiene una naturalidad y una autenticidad elevada, capaz de atraer un turismo moderno, respetuoso con el entorno y generador de riqueza. Conservar esa naturalidad y saber explotarla de forma inteligente es la mejor y única forma de ganar la carrera por el futuro turístico.