Pablo Pumares Fernández |
Doctor en Geografía. Universidad de Almería. |
Resumen del documento
El Levante almeriense es un espacio privilegiado porque no se ha producido un crecimiento en altura, porque los impactos han sido moderados y porque quedan abundantes espacios de costa vírgenes, en algunos casos además protegidos por la figura de Parque Natural, lo que deja abiertas buenas posibilidades para crear unos espacios atractivos acordes con las nuevas demandas, de ello depende en buena medida el desarrollo de varios de los municipios estudiados, si bien debe buscarse un desarrollo sostenible que permita mantener la explotación a largo plazo.
El sector de sol y playa continúa siendo el gran protagonista del desarrollo turístico de la zona y tiene su dinámica mejor definida. Sin embargo también podría beneficiarse de los turismos de interior que podían contribuir a diversificar y cualificar la zona. El turismo de interior va dando sus primeros pasos y sería importante su consolidación desde un punto de vista cualitativo por lo que representa en relación con el medioambiente, con el que propone una mayor relación, y por lo que puede suponer como complemento que ayude a mantener otras actividades tradicionales. Igualmente deben encontrar fórmulas imaginativas para que el medioambiente no se quede en un mero recurso publicitario y se traduzca en valor y estimular una mayor concienciación social, tanto con el medio, como en relación a la actividad turística.
Introducción
- Características fisiográficas y recursos naturales. El área de estudio que contempla este informe se prolonga a lo largo de todo el litoral al este del municipio de Almería hasta el límite provincial y se extiende hacia el interior incluyendo una segunda línea de municipios no costeros que quedan en la vertiente sur de las Sierra Alhamilla y al este de la Sierra de Filabres. Es una zona geomorfológicamente diversa, en la que se alternan cadenas montañosas como Sierra Almagrera, Sierra Cabrera y el conjunto volcánico terciario que conforma el Cabo de Gata, con espacios neógenos y plataformas pliocenas. Cabo de Gata constituye un entrante volcánico en el mar, de formas suavizadas por el tiempo, pero entre las que destacan algunos pitones que resisten la acción de las olas y que dan lugar a una de las imágenes más características del Cabo. Igualmente, por sus peculiares condiciones climatológicas de casi total ausencia de lluvia, pero unida a una cierta humedad procedente de la brisa marina y del rocío, se ha convertido en un espacio privilegiado para algunas especies vegetales exclusivas de este entorno, razón por la cual fue declarado parque natural hace diez años. El accidentado relieve que se hunde en el Mediterráneo alberga a su vez calas recoletas y grandes playas de arena blanca, en algunas de las cuales se forman interesantes cordones dunares, todo ello con un gran potencial de atractivo turístico.
Al norte del Parque, la línea costera se caracteriza por la presencia de playa, casi sin interrupción desde el sur de Mojácar hasta el norte de Vera, donde todavía quedan tramos sin edificar, y algo más discontinua en Cuevas de Almanzora y Pulpí. Entre Mojácar y Turre se levanta Sierra Cabrera, un relieve sobre calizas que contiene una abundante vegetación gracias a los manantiales de agua que allí emergen, lo que la ha convertido en una zona atractiva para el turismo rural, que a su vez se beneficia de la proximidad a la playa. Se preveía la creación de un parque natural, pero la oposición de los vecinos ha llevado a desechar la iniciativa.
Al interior, la presencia de yesos, margas y calizas ha dado lugar a la formación de un modelado kárstico que produce formas como la del cañón del río Aguas, pero que se caracteriza, sobre todo, por la presencia de numerosas cavidades donde pueden observarse las poco frecuentes formas que toma el yeso al evaporarse el agua que lo transporta. Debido a ello ha merecido la catalogación como paraje natural y se ha favorecido la afición a la espeleología, la cual a su vez se ha empezado a convertir en un recurso turístico.
La zona cuenta además con otros recursos culturales entre los que destacan los restos arqueológicos del Argar y las huellas árabes en la arquitectura popular.
- Rasgos socioeconómicos. Se trata de un área de escasa densidad de población (31 habs/km2), en la que sus 71.000 habitantes se distribuyen a lo largo de una extensión de 2.257 kilómetros cuadrados. Los núcleos de población, de reducido tamaño, no suelen sobrepasar los 6.000 habitantes, si exceptuamos Huercal-Overa (unos 13.000). En los municipios del interior se ha producido un envejecimiento acusado de la población, con porcentajes de personas mayores de 65 años superiores al 16% (Lubrín, Sorbas, Zurgena, Los Gallardos). Carboneras es el único que destaca en el sentido contrario al quedar por debajo del 7%. El resto de municipios costeros se mueve entre el 10,5 y el 12%, que se pueden considerar valores medios en el entorno nacional. El nivel de instrucción de la población es relativamente bajo, con predominio de las personas con pocos estudios (un 70% de los mayores de 10 años no ha terminado la EGB) y sólo un 3,6% tiene estudios universitarios. Tanto la baja formación, como la poca experiencia en desarrollar productos turísticos y el envejecimiento de la población se pueden considerar factores negativos, obstáculos a superar para un desarrollo adecuado del sector turístico. Sin embargo, el nivel de instrucción aumenta entre las nuevas generaciones que serán las que tengan asumir iniciativas en los próximos años. De cara a posibles aplicaciones turísticas se debe destacar la formación de asociaciones deportivas de excursionismo y espeleología que pueden dar lugar a futuras empresas.
Desde el punto de vista de las actividades económicas, la agricultura mantiene un papel primordial ya que emplea a casi la tercera parte de la población ocupada, si bien pueden observarse notables diferencias entre municipios. Frente a un desarrollo moderno, de elevada productividad y gran dinamismo, ligado a los invernaderos en Níjar y a los de lechugas en Pulpí (donde alrededor de la mitad de la población trabaja en la agricultura), persiste el predominio de actividades agrarias tradicionales en los municipios envejecidos del interior, en los que se supera el 35% de población ocupada en la agricultura. La segunda actividad motriz de la zona es el turismo, lo que se refleja en el peso que tienen tanto comercio y hostelería (20%), como construcción (16%), en íntima relación con la actividad turística dado el tipo de desarrollo inmobiliario preponderante. El municipio con mayor porcentaje de ocupados en comercio y hostelería es sin duda Mojácar (40%) al que siguen otros municipios costeros como Vera y Garrucha, y al interior, Turre ((26%). En cambio, los municipios más especializados en trabajo en la construcción se encuentran, por lo general, en segunda línea de playa, como Turre, Los Gallardos (36%) y Bédar, si bien habría que incluir también a Garrucha (23%). Estas poblaciones actúan en buena medida como dormitorio de trabajadores que desarrollan su actividad en la costa.
La relación entre agricultura y turismo se plantea en ocasiones de manera conflictiva (con frecuencia han competido por un mismo espacio) y resulta difícil de compatibilizar cuando se trata de una agricultura intensiva en tecnología con fuerte impacto visual y ecológico, pero también pueden resultar complementarias sobre todo en las áreas interiores de agricultura tradicional. La pervivencia de esta actividad, asociada a un entorno arquitectónico cuidado, que conserve las estructuras originarias, puede convertirse en un atractivo para un turismo de baja densidad que a su vez contribuya a generar ingresos y permita mantener las explotaciones.
Por el contrario, tanto la industria (10%) como el resto de servicios (22%) tienen una reducida representación en el área. La primera, sin embargo, tiene fuertes repercusiones a nivel local en algunos de estos municipios desde diversos ángulos: por el tipo de actividad que realizan, por el tipo de planta industrial y por la generación de puestos de trabajo que suponen, aspectos todos ellos muy a tener en cuenta a la hora de establecer un balance. Se trata esencialmente de grandes plantas industriales que generan un gran impacto visual y, en algún caso, acústico y con un considerable potencial de contaminación hidrológica y atmosférica si no se extreman las medidas.
Carboneras, a pesar de su hermoso entorno natural y de estar rodeada por el parque natural de Cabo de Gata Níjar, registra la mayor especialización industrial de la zona, liderada por la central eléctrica de Endesa y por la cementera. Aunque están segregadas espacialmente del municipio, sus enormes dimensiones y el tráfico de camiones que generan, provocan un considerable impacto difícilmente compatible con un turismo de calidad. Sin embargo, no deja de ser significativo que sea el único municipio que supere el 25% de empleo industrial y que aparezca como el de mayor renta declarada de Almería (El País, 25-8-96). También se pueden encontrar otras grandes plantas industriales en Níjar, donde Michelin tiene un amplio terreno destinado a pruebas dentro del parque natural, y en Villaricos (Cuevas del Almanzora), en el que hay un enclave de industria química (Deretil) situado al borde del mar.
En cambio, la actividad industrial tradicional de esta zona, la extractiva se halla en franco retroceso si exceptuamos las explotaciones de yesos en Sorbas. En diversos puntos perviven restos (antiguas explotaciones, hornos y conducciones del mineral hacia la costa) que delatan estas actividades y que mediante una adecuada rehabilitación podrían ser puestos en valor como reclamo turístico de arqueología industrial. Su estado de conservación es alarmante y únicamente en el poblado minero de Rodalquilar se ha procedido a la reconversión de algunas de las antiguas viviendas de los trabajadores en apartamentos para turistas.
El desarrollo de la actividad turística: el turismo de sol y playa.
Desde el punto de vista turístico nos encontramos ante un espacio que ha conocido un desarrollo tardío, notablemente más reducido que el de otras áreas costeras españolas que explotaban a principios de los sesenta. La causa fundamental hay que buscarla en la mala accesibilidad de una provincia poco desarrollada que además se situaba en el extremo suroriental de la Península, alejada de Europa y con escasas vías de comunicación, las cuales soslayaban cuidadosamente la costa levantina almeriense. En cualquier caso, también aquí ha sido el tipo de turismo de sol y playa el que ha dominado casi en exclusiva, con un fuerte carácter inmobiliario liderado por constructores originarios de grandes ciudades españolas o por extranjeros que se convertían en promotores al ver las posibilidades que ofrecía la zona. Sólo recientemente empieza a haber tímidas iniciativas dirigidas hacia otros productos, en los que la población autóctona puede asumir un mayor protagonismo.
El único núcleo con una tradición turística de peso era el pueblo de Mojácar, en el que se aunaban el trazado árabe, un singular emplazamiento en lo alto de una colina, la proximidad al mar y la publicidad lograda en Inglaterra a raíz de una invitación a la Reina de aquel país. A partir del pueblo el turismo se fue desarrollando en dirección a la playa con cierta lentitud hasta fecha reciente. Se trata de un turismo basado en el sol y la playa, en el que el pueblo de Mojácar actúa como reclamo publicitario y elemento característico y diferenciador. A raíz de la construcción del aeropuerto de Almería a finales de los sesenta entró en la cartera de los touroperadores primeramente británicos, pero actualmente muy diversificados por nacionalidad. Los escasos núcleos costeros (Garrucha, Villaricos, San Juan de los Terreros) también empezaron a construir apartamentos y bungalows aunque más dirigidos a un turismo nacional. Sin embargo el paso decisivo en cuanto a accesibilidad se da a comienzos de los noventa cuando se conecta Almería con la Autovía del Mediterráneo, lo que significa una conexión rápida entre el aeropuerto y la costa levantina almeriense y la mejora del acceso rodado con el Levante español y, a través de él, con el resto de Europa. Las expectativas originadas permitieron un crecimiento considerable de la oferta a finales de los ochenta y principios de los noventa.
De este modo la dimensión de la oferta turística no ha alcanzado grandes cotas y para 1995, las plazas regladas de alojamiento de toda la zona no llegaban a 12.000, lo que la dejaba por debajo de un único punto turístico como Roquetas de Mar. La tasa de función turística es relativamente baja (16 plazas de alojamiento por 100 residentes en 1995) y sólo alcanza valores considerables en Mojácar (106,8) y en Vera (60,4), que son precisamente los municipios que mayor crecimiento de la oferta están experimentando en los últimos años. Esta escasez de oferta plantea algunos problemas en relación a las economías de escala que requieren los touroperadores para desarrollar su actividad, lo que supone una limitación a tener en cuenta. El aspecto positivo es que, aunque no ha impedido la urbanización desordenada (MARCHENA, 1987: 226) característica de muchas costas españolas, sí ha evitado en buena medida la construcción en altura al tiempo que todavía quedan espacios disponibles sobre los que desarrollar una oferta moderna y de calidad acorde con las nuevas tendencias de la demanda. En ese apartado habría que exceptuar algunos puntos concretos, entre los que destaca Garrucha que, constreñido por el escaso tamaño de su término municipal se ha convertido de pueblo típico de pescadores se ha convertido en un conglomerado de torres de apartamentos que se destinan al alquiler extralegal dirigido al mercado doméstico.
La oferta dominante alterna la hotelera, que tiene en Mojácar su centro neurálgico (y donde destaca la existencia de un Parador Nacional), con la de tipo inmobiliario con promociones de bungalows con destino al alquiler o a la venta como residencia secundaria. Como era previsible casi todos los alojamientos se han construido en el litoral, en la inmediación de la playa, aunque el atractivo del pueblo de Mojácar ha permitido el desarrollo de una oferta hotelera y de pequeñas pensiones en el núcleo urbano, además de generar la proliferación de comercios de artesanía que constituyen un foco de interés más. llegando en ocasiones a invadirla como ocurre con frecuencia en la costa de Mojácar. La zona más consolidada se prolonga desde Mojácar pueblo hacia el sur del municipio (Rambla Macenas), entre el Parador y el Hotel Indalo, uno de los pioneros y de los pocos que alcanza una cierta altura, y donde se desarrolla entre otros el amplio complejo de apartahoteles de Pueblo Indalo.
En este tramo no son infrecuentes construcciones invasivas de los márgenes de la playa pero, al mismo tiempo, no se llega a formar un continuo, y al norte quedan playas vírgenes (que como tales constituyen un reclamo publicitario considerable) y, al mismo tiempo, bastante terreno para proseguir la expansión turística. Este aspecto hace que, mediante la dotación de unas infraestructuras adecuadas, el espacio pueda mantener su atractivo para una demanda cada vez más exigente. En este sentido se pretende desarrollar los espacios de costa entre Mojácar y Garrucha y entre éste y el norte del municipio de Vera, en los que se quiere utilizar la creación de campos de golf para atraer una clientela de mayor poder adquisitivo, consolidando el carácter residencial. El crecimiento de Mojácar hacia el norte, que prácticamente va a conectarlo con Garrucha, ha comenzado con la construcción de un centro comercial, y se continúa en la actualidad con el complejo Marina de la Torre, que sigue este modelo y junto a un campo de golf de 18 hoyos se están levantando una gran cantidad de apartamentos de lujo y un hotel.
Garrucha, que sólo cuenta con un hotel de dos estrellas recibe gran cantidad de veraneantes nacionales y se ha especializado en la gastronomía basada en frutos del mar, capturados por los propios pescadores del pueblo. Se han creado restaurantes de aspecto cuidado que aprovechan adecuadamente el entorno provisto por el paseo marítimo y el puerto deportivo-pesquero-comercial. Igualmente se están desarrollando empresas de actividades acuáticas, que incluyen motos de agua, piraguas y buceo, lo que diversifica las posibilidades de la zona, aunque en el caso de las motos hay que considerar el impacto acústico que provocan.
Al norte de Garrucha, las cabeceras municipales se encuentran al interior y los enclaves turísticos se apoyan en las localidades pesqueras de la costa. En Vera, donde no hay ninguna localidad de estas características las promociones han tenido dos puntos de partida: al sur el propio municipio de Garrucha, cuyo término se ciñe casi exclusivamente al casco urbano, y una zona nudista en el extremo norte. Entre ambos extremos una sucesión continua de playa arenosa clasificada ya para su urbanización y que progresivamente acabará conectando los dos extremos.
En las proximidades de Garrucha predominan complejos de apartamentos de baja altura y buenas calidades destinados a la multipropiedad o a la venta. Hay que destacar la existencia, no ya de varias playas nudistas, sino de áreas especializadas en este tipo de turismo, con unas infraestructuras pioneras y casi únicas en España. El núcleo nudista gira en torno al camping Almanzora (2.700 plazas) y el hotel Vera Playa (534), primer hotel naturista en España, se ha convertido en un factor de atracción en sí mismo de un tipo de segmento específico, de carácter muy fiel, con una estacionalidad poco marcada, y que mantiene perspectivas de crecimiento, ante la escasa competencia. Actualmente el crecimiento hacia el sur viene dado por complejos de apartamentos que siguen manteniendo por lo general el carácter nudista. Los proyectos para unir ambas zonas han ido variando con el tiempo, barajando las posibilidades de desarrollar una ciudad de ocio (con construcción de dársenas y ofertando actividades acuáticas) o de promover campos de golf, en ambos casos con fuertes intereses inmobiliarios para construir una oferta residencial de lujo.
Las promociones de la costa norte han quedado un tanto marginadas por la mayor lejanía del aeropuerto y de la Autovía del Mediterráneo. La calidad es en líneas generales menor y también predomina un tipo de turismo residencial, principalmente nacional.
Cabo de Gata ha sido un espacio tradicionalmente poco humanizado en el que únicamente pequeñas aldeas de pescadores se dispersaban por su litoral. La dificultad de su acceso a través de carreteras sinuosas y en mal estado lo resguardó de las grandes corrientes turísticas, aunque no escapó a la acción de las caravanas que llegaban hasta sus playas virginales y que sobrecargaban un territorio que carecía de unas mínimas infraestructuras de acogida. La declaración de Parque Natural hace diez años ha eliminado este problema y ha permitido establecer una regulación del acceso a las playas en verano y limitar el desarrollo urbanístico. La revalorización desde el punto de vista turístico que ha experimentado la zona ha incrementado las presiones sobre el litoral. Hasta el momento el mayor desarrollo se ha producido en San José, donde la especialización en un turismo residencial es notoria, con claro predominio de los apartamentos y las residencias secundarias sobre una oferta hotelera casi inexistente. Debido a esta cierta exclusividad, San José se ha convertido en un destino privilegiado por contener la mayor parte de la oferta de alojamientos de Cabo de Gata. En los demás núcleos ha quedado momentáneamente controlado y se ha procurado dirigir hacia la instalación de campings (Las Negras, Los Escullos) y hacia la reutilización de edificaciones ya existentes, a veces abandonadas, algo que puede afectar a pueblos enteros como es el caso del poblado minero de Rodalquilar, del que una parte se ha rehabilitado y destinado al alquiler. En cambio, la presión de la actividad agraria, que podía ser muy fuerte una vez que se empieza a expandir los cultivos bajo plástico, ha quedado relegada al interior de las primeras estribaciones volcánicas dejando libres las inmediaciones costeras, de modo que los usos agrarios no interfieren con el turismo como ha ocurrido en el Poniente almeriense. En Cabo de Gata se ponen de manifiesto los delicados equilibrios que se establecen en la relación entre turismo y medioambiente: un espacio poco desarrollado que se revaloriza enormemente en función de sus recursos medioambientales, pero donde la preservación de éstos impone unos ritmos de crecimiento lentos que no siempre son bien vistos por la población autóctona y sobre todo por algunos intereses inmobiliarios.
Turismo, medioambiente y nuevas tendencias de la demanda.
Los cambios en los gustos de la demanda turística están planteando nuevos retos y nuevas posibilidades. Hay una mayor valoración del medioambiente y sobre todo de la calidad del entorno, aparecen segmentos de demanda muy diferenciados y se aprecia la posibilidad de realizar actividades diversas. El Levante almeriense reúne una serie de características que le permiten afrontar con optimismo estos cambios, ya que dispone de valiosos espacios naturales y un desarrollo turístico no muy masificado. En los últimos años se están desarrollando iniciativas de índole muy variada que están contribuyendo a diversificar un turismo hasta hace poco monotemático. Estas líneas se encaminan hacia una mayor presencia de la actividad dentro de la oferta turística, un intento de extender el turismo hacia las áreas del interior y hacia la búsqueda de una imagen de mayor calidad que permita atraer segmentos de mercado de mayor poder adquisitivo. De una u otra forma, en todas ellas el medioambiente desempeña un papel relevante.
- La actividad. El turismo activo es de difícil definición y, en sentido amplio como aquí se toma, puede englobar una oferta muy heterogénea de actividades y con diferente protagonismo. Normalmente se alude con el concepto a actividades relacionadas con el turismo de interior, pero igualmente importantes pueden ser en el de costa. Muchas veces se las considera como complementarias del turismo de sol y playa tradicional, pero una parte de su clientela viene fundamentalmente para realizar la actividad propuesta. Si se requieren fuertes inversiones iniciales es frecuente que las empresas busquen ubicaciones costeras, tanto por el hecho de que es más fácil que se encuentre allí el capital, como por la proximidad a un mercado potencial. Los puertos deportivos suelen ser lugar de referencia para algunas de estas empresas. En la zona de estudio destacan los de San José y, sobre todo, el de Garrucha. En ellos se han instalado varias empresas que realizan actividades acuáticas, casi siempre buceo entre ellas, que cuenta con una demanda específica, pero también de otro tipo como esquí acuático, alquiler piraguas o motos náuticas. A mediados de 1996 se implantó en Garrucha una empresa de este tipo y parece que con gran éxito. El capital corrió a cargo de un empresario madrileño que había construido gran cantidad de apartamentos en Garrucha y que podía afrontar los quince millones de inversión inicial. Ninguna de las tres personas que trabajan en la empresa son originarios de Almería, pero residen en la zona desde hace años. En este caso se trata de una oferta complementaria que se nutre fundamentalmente de los turistas que frecuentan Garrucha, pero que también se convierte en una atracción que genera visitantes de los alrededores. Finalmente, se puede mencionar una empresa de vuelo con y sin motor, que prácticamente está comenzando. El capital proviene de un empresario residente en Vera que vende maquinaria de hostelería.
En el interior, están floreciendo una serie de empresas que realizan excursiones guiadas en diversos medios (en bicicleta, a pie, a caballo, en cuatro por cuatro), cursos de equitación, visitas a cuevas subterráneas... Con frecuencia están muy relacionadas con alojamientos rurales o campings, de los que se convierten en oferta complementaria. Sin embargo, aunque estén en el interior también suelen recibir clientes desde las zonas turísticas de costa. Destacan en particular Sorbas y Turre, que aprovechan su ubicación geográfica en el karst en yesos o en Sierra Cabrera (privilegiada por su proximidad al mar) para realizar sus actividades. Una vez más, las que precisan de mayor inversión (equitación y cuatro por cuatro) están en manos no autóctonas. El cuatro por cuatro está llevado por un empresario de la construcción barcelonés que también organiza expediciones de aventuras. Sin embargo tiene poco mercado dentro de la provincia y depende de encargos esporádicos de ONGs o de algún grupo de turistas de Madrid o Barcelona. En el caso de la equitación el desarrollo se debe a aficionados británicos que conocían la zona previamente como turistas y la han elegido como lugar de residencia. La equitación es una afición y una fuente de ingresos por lo general complementaria (suelen profesionales o comerciantes). Su clientela principal proviene tanto de cortijos rurales próximos como de la costa.
El resto suele ser realizado por autóctonos. En muchos de los casos no se trata de empresas formalmente constituidas, sino asociaciones que reúnen jóvenes aficionados por diversos temas y que ocasionalmente, cuando surgen prestan este tipo de servicios. Otras veces son los propios ayuntamientos los que guían y organizan algunas excursiones, pero la mayoría de las veces también de forma esporádica, cuando surge la demanda. En algunos casos si encuentran que la demanda ofrece posibilidades se constituyen en empresa.
El más paradigmático, por lo que significa de cara al desarrollo local, es el de Natursport, en Sorbas, surgida de un grupo de jóvenes integrantes de una asociación de espeleología, formada al hilo de las posibilidades que ofrecían las infinitas cuevas y galerías que salpicaban el karst en yesos sobre el que se encontraba el municipio. Comenzaron a enseñar cuevas a gente que se mostraba interesada y, ante el éxito, acabaron constituyéndose en una sociedad limitada, con 75.000 pesetas de capital. Al principio el escepticismo entre la gente del pueblo era notable, pero ahora se dan cuenta de la cantidad de gente que están trayendo al municipio a "ver las cuevas" (mil personas en el primer verano de funcionamiento) y están cambiando de actitud. Se trata, pues de una empresa formada a raíz de una iniciativa local, que emplea gente del pueblo, que pone en valor un recurso natural autóctono y que su actividad revierte directamente en el núcleo de población. Ellos se han preocupado en formarse en todo lo referente al karst en yesos y uno de ellos ha aprendido inglés para poder enseñar las cuevas a extranjeros y llevar las relaciones públicas. En verano se centran en los turistas que se alojan en la costa y en invierno hacen ofertas a colegios, que parece que han tenido mucho éxito, porque lo explican bien y lo hacen divertido.
- El turismo rural. Los ayuntamientos muestran mayor interés por la posibilidad de desarrollar el turismo rural en sus municipios, sobre todo cuando se trata de municipios de interior, con escasa actividad turística, con una actividad agraria que ha entrado en declive y con un futuro incierto que ofrecer a los jóvenes. En nuestro caso, la mayoría de los municipios del interior están considerando seriamente esta posibilidad y algunos (Vera, Antas) están activamente animando a los agricultores para que arreglen y alquilen habitaciones o cortijos que tengan disponibles. Si bien no todos los municipios cuentan con recursos paisajísticos idóneos los hay que cuentan con cierto potencial. Los que más han experiencias han puesto en pie han sido Sorbas, Níjar y Turre. Sin embargo, hasta el momento, la gran mayoría de las iniciativas no provienen de los propios municipios donde se desarrollan, si bien es relativamente frecuente que, al tener que atender la propiedad, pasen a residir allí. De los nueve cortijos de los que se tienen estos datos sólo dos están siendo llevados por población local, otro por una residente en Almería, tres por británicos y tres por personas originarias de Madrid, Barcelona y Bilbao. La idea sería que se produjera un efecto imitación que calara en la población local, pero por el momento no se ha dado y se manifiesta una actitud poco receptiva, llena de resistencias.
Se trata, por otro lado, de actividades que deben complementarse con otros ingresos. La repercusión más directa sobre el municipio resulta sobre todo de los gastos que realiza el turista al margen del alojamiento. En estimaciones de Klaus Ehrlich, gerente de la Red Andaluza de Alojamientos Rurales (RAAR), cada cortijo de seis plazas puede generar al año el sueldo de una persona, pero hay que hablar prácticamente de hoteles rurales, más que de alojamientos, para que estos lleguen a tener personal (que, éste sí, suele ser del municipio). La estacionalidad suele ser además muy marcada, concentrándose en verano, Semana Santa, Navidades y fines de semana. El condicionamiento de la distancia, primordialmente a recorrer en coche, a los mercados potenciales, es enorme sobre todo en temporada baja, donde se concentra en los fines de semana, lo que exige un máximo de tres horas de viaje. Desde este punto de vista la provincia de Almería, en general, se encuentra a trasmano, pero la apertura de la prolongación de la Autopista del Mediterráneo, que conecta el Levante almeriense con el aeropuerto y con las provincias de Murcia y Alicante en un tiempo razonable ha resultado crucial para las expectativas del sector.
Una idea original que resulta interesante por lo que significa de hacerse con un segmento del mercado muy específico parte de la propietaria del Cortijo Urra (Sorbas), Lindy Walsh, que se ha especializado en grupos universitarios británicos que vienen a Almería a realizar un trabajo de campo de una semana, principalmente sobre aspectos geomorfológicos. Por un lado, ha capturado una demanda que existía previamente (y que iba a hoteles de la costa), pero al mismo tiempo, al enviar cartas con la oferta de su alojamiento a cerca de cuarenta departamentos de Geología y Geografía ha creado a su vez un aumento de la demanda al ajustarse tan adecuadamente a las necesidades de los estudiantes: con comodidades mínimas y con una capacidad límite de cuarenta personas, pero con la posibilidad de estar en el propio centro del trabajo de campo, con un coste muy barato, con una pequeña biblioteca con estudios sobre la zona y salas para la preparación de los trabajos. De este modo consigue una ocupación de 100% entre enero y mayo, se mantiene a la mitad en otoño y baja considerablemente en verano, algo bastante diferentes de lo que ocurre en los demás cortijos.
- La calidad. La calidad debe ser la vía para ir progresivamente consiguiendo y consolidando clientes de mayor poder adquisitivo. El entorno constituye uno de los parámetros fundamentales en la evaluación de la calidad, aunque ello no quiera decir tanto ser respetuosos con el medio como el de que éste cumpla una serie de características de higiene, limpieza y organización. Hacia estos criterios se ha apuntado desde los municipios del Levante con notable decisión y en concreto Vera ha solicitado recientemente un Plan Futures de Excelencia Turística. Las actuaciones en la costa han sido particularmente importantes en este sentido llevándose fuertes inversiones públicas. La primera apuesta seria ha sido la de la obtención de banderas azules, para lo que hubo que canalizar los residuos urbanos y poner emisores que se adentraran suficientemente en el mar. Varias playas del levante almeriense han conseguido durante varios sendas banderas azules, que dan fe de la higiene de aquellas aguas y que sirven de sólido apoyo para campañas publicitarias.
El segundo tipo de actuaciones ha ido en la dirección de la regeneración de playas, recurso clave, afectado por construcciones ilegales y por pérdida de superficie de arena. En las zonas turísticas costeras la presión sobre las playas ha sido brutal e incluso en tejidos poco densos como la zona que nos ocupa se han producido transgresiones. Para detener eficazmente esa presión una medida adecuada es la construcción de paseos marítimos, lo que puede resultar una actuación más o menos dura según como sea su diseño, pero que conforman una barrera nítida e infranqueable para las edificaciones, a la vez que ganan ese espacio para el uso y disfrute de la población. Tanto Garrucha como Vera (Playa de Puerto Rey) han construido paseo marítimo que se convierte en un atractivo más a considerar.
Más complicado resulta combatir la pérdida de arena cuando ésta se debe a la regresión de la playa. La medida más utilizada últimamente es la de los aportes procedentes del fondo del mar, que permite aumentar con cierta rapidez la superficie de playa de cara a la temporada alta, pero su efecto no es duradero, lo que obliga a realizar nuevos aportes.
Este problema afecta a varias playas de la zona de estudio, pero es especialmente grave en la zona entre Garrucha y Mojácar, donde coincide la presencia de un cañón submarino que actúa de sumidero, con los efectos del puerto de Garrucha que retiene los aportes de sedimentos procedentes del Almanzora en el lado norte, de modo que la playa de Vera crece de una manera exagerada, mientras que la de Garrucha se reduce a ritmo acelerado.
La tercera línea de actuaciones está empezando a plasmarse actualmente sobre el terreno: la promoción de nuevos espacios utilizando el golf como reclamo. El golf parece reunir una serie de requisitos que lo hacen especialmente atractivo a los promotores inmobiliarios y a muchos organismos públicos: permite competir por un mercado de dimensiones considerables, con poca estacionalidad, que además suele tener un elevado poder adquisitivo y no escatima en gastos, por lo que deja muchos ingresos en las zonas que visita. Además genera una imagen de prestigio y un entorno verde, que resulta agradable para desarrollar funciones residenciales en las inmediaciones (aunque nada tenga que ver con el paisaje autóctono). En una región que casi garantiza sol durante todo el año, la práctica de este deporte parece todavía más estimulante habida cuenta de las características climáticas de los países europeos con más aficionados. Tendría luchar contra una imagen de Almería asociada a turismo de clases populares, pero si se consigue podría convertirse en una de las palancas del cambio de dicha imagen. El principal inconveniente que habría que ponerle al golf es el de la exigencia de un elevado consumo de agua para su mantenimiento, en un área en la que ésta es un recurso escaso. Si en la Costa del Sol algunos campos se pueden regar con agua reciclada procedente de poblaciones circundantes, aquí es imposible si se tiene en cuenta las reducidas dimensiones de las localidades del entorno. Hay que tener en cuenta que se necesitaría el agua de una población de más de 40.000 habitantes para mantener un campo de 18 hoyos, o lo que es lo mismo un campo de golf viene a consumir la misma cantidad de agua que 40.000 personas, lo que no es una cantidad desdeñable si tenemos en cuenta que entre Vera, Garrucha, Mojácar y Turre no llegan a los 20.000.
Conclusiones: turismo y medioambiente
A lo largo de este artículo se han ido detallando una serie de conflictos y sinergias entre turismo y medioambiente en el Levante almeriense. El turismo se revela como un consumidor muy selectivo de espacios, que suelen coincidir con áreas de elevado valor ambiental con una tendencia muy marcada a concentrarse en la línea costera. El turismo genera afluencia de visitantes sobre estos espacios y en ocasiones incluso construye sobre ellos lo que puede dañar gravemente esos recursos. Sin embargo, las nuevas tendencias de la demanda se muestran cada vez más sensibles con la calidad del entorno lo que hace que los promotores y los organismos públicos sean progresivamente más cuidadosos con los modelos turísticos a seguir y la primera consecuencia es el abandono de determinadas formas del pasado que parecen verse especialmente rechazadas en la actualidad. Un ejemplo paradigmático es el de la construcción en altura que dominó en las costas españolas en los sesenta y setenta que generaba un uso intensivo del espacio, con un fuerte impacto visual y prácticamente secuestraba las vistas sobre el mar. En la actualidad se prefiere un desarrollo de tipo extensivo, de poca altura, con menor impacto visual, pero que requiere una cantidad de espacio considerablemente mayor y que, por tanto, puede considerarse como aún más voraz con el espacio. Las pautas de localización de las promociones turísticas siguen siendo parecidas, en general buscando los espacios con vistas, en entornos agradables con mayor presencia vegetal que antaño, con fuerte preferencia por el litoral, aunque extendiéndose a partir de él hacia el interior hacia una segunda o una tercera línea, a medida que quedan saturadas las primeras. Sin embargo, esa mayor valoración del entorno no siempre suponga un respeto del medio como en el caso de los campos de golf.
El Levante almeriense es un espacio privilegiado porque no se ha producido un crecimiento en altura, porque los impactos han sido moderados y porque quedan abundantes espacios de costa vírgenes, en algunos casos además protegidos por la figura de Parque Natural, lo que deja abiertas buenas posibilidades para crear unos espacios atractivos acordes con las nuevas demandas, de ello depende en buena medida el desarrollo de varios de los municipios estudiados, si bien debe buscarse un desarrollo sostenible que permita mantener la explotación a largo plazo.
El sector de sol y playa continúa siendo el gran protagonista del desarrollo turístico de la zona y tiene su dinámica mejor definida. Sin embargo también podría beneficiarse de los turismos de interior que podían contribuir a diversificar y cualificar la zona. El turismo de interior va dando sus primeros pasos y sería importante su consolidación desde un punto de vista cualitativo por lo que representa en relación con el medioambiente, con el que propone una mayor relación, y por lo que puede suponer como complemento que ayude a mantener otras actividades tradicionales. Igualmente deben encontrar fórmulas imaginativas para que el medioambiente no se quede en un mero recurso publicitario y se traduzca en valor y estimular una mayor concienciación social, tanto con el medio, como en relación a la actividad turística.
Cuadro I. El Levante almeriense frente al turismo sostenible
POTENCIALIDADES | OBSTÁCULOS |
* Extensa área de playa con zonas
sin explotar sobre las que se puede desarrollar una oferta moderna y atractiva. * Proximidad a zonas de alto valor ecológico y paisajístico. * Temperaturas muy suaves y pocos días de lluvia, lo que alarga la temporada * Mejora considerable de la accesibilidad * Preocupación de los ayuntamientos y utilización de planes Futures para mejorar la calidad del entorno. * Predominio de construcciones bajas relativamente modernas que encajan con las nuevas tendencias de la demanda. * Especialización en algunos segmentos específicos, como el nudista. * Incipiente desarrollo del turismo de interior, promovido tanto por foráneos como por jóvenes autóctonos ligados a asociaciones deportivas.
|
* Escasez de oferta, lo que
dificulta la actuación de los touroperadores especialmente en temporada baja, lo que no
permite desarrollar todo el potencial de sus condiciones climáticas. * En el Levante norte el entorno inmediato no es muy atractivo y los hoteleros manifiestan poco interés por el resto de la provincia. * Escasez de agua para los campos de golf proyectados. * Problemas de regresión de playas que requieren constantes inversiones para su regeneración * Preferencia de la población autóctona por el desarrollo inmobiliario. Poco conocimiento del sector. * Sólo se saca partido al medioambiente a nivel publicitario, pero se concreta poco en productos turísticos. * Percepción negativa de los Parques Naturales. * Imagen de Almería asociada a turismo barato. |