ALMERÍA INCUMPLE LA NORMA DE ‘PRECAUCIÓN Y CAUTELA’ ANTE EL RIESGO DE LLUVIAS TORRENCIALES
Más de 25.000 viviendas y miles de hectáreas de cultivo en alto riesgo en caso de llegada de una DANA.
Históricamente no ha habido nada más eficaz sobre las mesas de quienes tienen la misión de planificar la ordenación del territorio o las infraestructuras que tener sobre la mesa un buen número de personas muertas. Suena fuerte, pero sólo hay que recordar casos como el de la famosa ‘carretera de la muerte’ en la carretera de Granada a Jaén para concluir que sólo tras un centenar de fallecimientos en aquellas malditas curvas (un buen puñado de ellos de gente de Almería) se decidió cambiar el trazado.
En un plano similar se sitúa el desprecio que las autoridades a todos los niveles han mantenido en las últimas décadas ante algo tan sumamente peligroso como la llegada de las gotas frías, ahora rebautizadas como DANA’s. Ayer mismo el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, anunciaba la elaboración de un mapa de riesgo de inundaciones para la región.
Un compromiso que, aun siendo positivo, ni puede ni debe ocultar que esos planes existen desde hace muchos años, las zonas inundables están cartografiadas e identificadas, incluyendo las ARPSI (Áreas con Riesgo Potencial Significativo de Inundación); el problema radica en que nadie les ha hecho mucho caso y se han concedido licencias para construir urbanizaciones, viviendas, polígonos industriales o cultivos intensivos en zonas donde SE SABÍA que se pueden producir riadas e inundaciones con resultados catastróficos.
Culpa de nadie y culpa de todas la personas, desde promotores/ras a los ayuntamientos, desde el Ejecutivo andaluz hasta el nacional. La consecuencia es que se puede considerar que la provincia de Almería, con una orografía montañosa que propicia numerosos valles, cauces y ramblas y con un clima que históricamente ha propiciado las lluvias torrenciales, en bastantes casos con una capacidad de destrucción brutal es un auténtico polvorín en caso de una DANA similar a la que ha generado el desastre en la Comunidad de Valencia que hoy lloramos.
El conocimiento de las zonas inundables que se ha acumulado en las últimas décadas, recogidas en el Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables, y su cruce con los datos del Catastro o los recogidos en la ARPSI de Andalucía, indican que en la provincia de Almería se acumulan más de 25.000 viviendas ubicadas en estas áreas de riesgo, a las que habría que sumar al menos otras 15.000 fuera de ordenación, desde cortijos a naves en áreas rurales o costeras. En caso de gota fría, muchas de ellas estarían en situación de alto riesgo.
Lamentablemente la memoria es muy corta, insuficiente para modelar el presente o el futuro de un territorio. Parece mentira que en la prehistoria los seres humanos se instalaran en puntos elevados (caso de Los Millares o de El Argar, además de los pueblos con más siglos de historia a sus espaldas) y hoy, ya adentrados en el Siglo XXI, no hayamos aún interiorizado que, cuando viene el agua, lo hace “con sus escrituras bajo el brazo”. El agua en avalancha reclama siempre su territorio y, en caso de impedírselo, busca otros caminos para llegar al mar, sin importar las barreras que se le hayan puesto por delante.
Almería se ha afanado en las últimas décadas en ponerle puerta al agua construyendo todo tipo de equipamientos en zonas consideradas y calificadas con meridiana claridad como inundables y potencialmente peligrosos. Hablábamos de viviendas, polígonos industriales o infraestructuras públicas y privadas, pero es que el motor de la economía almeriense, los cultivos de invernadero han ocupado y allanado el territorio, particularmente en las comarcas del Poniente y de Níjar, sin respetar los cursos hidráulicos por donde debería drenar la lluvia.
La magnitud de recibir una DANA como la que asoló Valencia hace una semana, puede ser y de hecho es catastrófica, y no podemos olvidar que Almería estaba inicialmente en la trayectoria de esa peligrosísima gota fría. De haberse producido, las consecuencias hoy serían nefastas en pérdidas de todo tipo, desde humanas a económicas. Tal es la fuerza del cielo en estos casos que incluso ha llevado a un colectivo tan negacionista como VOX a reconocer la evidencia del problema del cambio climático.
Da miedo pensar en las consecuencias de una DANA que reparta sobre nuestros suelos resecos (e impermeabilizados por los plásticos o las urbanizaciones) cantidades que siquiera se acerquen a las sufridas en la comunidad valenciana días atrás, porque miles de hectáreas se verían seriamente amenazadas y el nivel de destrucción puede superar incluso al que se está viviendo en Valencia o Castilla-La Mancha estos días.
Lo más preocupante es que lo ocurrido no es nada que la población de Almería no hayan conocido por propia experiencia. Las gotas frías históricas forman parte de la historia de la provincia. No se puede olvidar que Almería aún ostenta el récord mundial de más lluvia recogida en 24 horas con aquellos 800 litros por metro cuadrado en Zurgena y su entorno en 1973. Profesionales de la climatología reconocen que, desde entonces, la situación ha empeorado porque se sigue sin tener en cuenta la delimitación de zonas inundables a la hora de planificar o autorizar nuevas actuaciones sobre el territorio. Lamentablemente no se ha aplicado ni desde el sector público ni desde el privado el principio de ‘Precaución y Tutela’ lo cual ha llevado a construir urbanizaciones como Pueblo Laguna que, con lluvias muy inferiores a las caídas en Valencia, ha sufrido ya tres episodios de inundación graves que se han cobrado media docena de vidas humanas (recordar que Pueblo Laguna se levanto en la desembocadura del Río Antas, una decisión claramente irresponsable)
Por número de viviendas y por mayor volumen de población en situación de riesgo dos zonas destacan sobre las demás: Almería capital y la comarca del Poniente. En la primera se contabilizan casi 3.500 viviendas ubicadas en zonas inundables, especialmente en zonas como las vegas de Acá y de Allá o El Puche, por su cercanía al cauce del Andarax
En el Poniente más de 7.000, con los picos más altos en La Mojonera, donde el 34,1 por ciento de todo el parque de viviendas están bajo ese riesgo, o Las Norias. Entre estos dos municipios existe una especie de ‘corredor hídrico’ que canalizaría buena parte de las avenidas de agua, arrastrando con ella zonas de cultivo y zonas residenciales.
Sin embargo, el municipio con un mayor número de viviendas en esta situación es el de Vera, donde se han inventariado 3.636 viviendas; y eso sin tener en cuenta otros miles situados en las inmediaciones y que, en algunos casos, están fuera de ordenación.
Algo similar ocurre en la cuenca del Río Almanzora donde, en las tres últimas décadas, han proliferado las urbanizaciones creadas de forma irregular, con frecuencia sobre suelos no urbanizables, que se ubican en los entornos de las peligrosas ramblas de esta zona almeriense. Los ayuntamientos no han sabido, o no han querido, enfrentar el grave problema y hoy son casi 19.000 los inmuebles levantados demasiado cerca del río, con el peligro latente que ello conlleva.
En cualquier caso la lista de zonas inundables establecida por el Sistema Nacional de Zonas Inundables para Almería es muy amplia y abarca a la práctica totalidad de las áreas, tanto de interior como litorales: desde Pulpí y San Juan de Los Terreros a Palomares, Guazamara, Vera, Valle del Este, Puerto Rey, Pueblo Laguna, Mojácar, Río Alías, Carboneras, Las Negras, La Isleta, San José y Pozo de Los Frailes, Cabo de Gata, Pujaire, Ruescas, Rambla Morales, Costacabana, el curso del Río Andarax desde Santa Fe de Mondújar hasta la desembocadura en el Delta de Almería, Aguadulce, Roquetas de Mar, La Mojonera, Las Norias, Playa Serena, El Ejido, Balerma, Balanegra, Adra o Guainos Bajos. Por el interior los valles del Andarax, del Nacimiento o el Almanzora, algunos de los cuales ya tienen experiencia en los efectos de las gotas frías.
Para rematar ese escenario, citamos el hecho de que hay una nueva vía de inundación que no llega desde el cielo, sino desde el mar: la subida de las temperaturas, causada por el cambio climático, está generando una cada vez más evidente elevación del nivel del mar que literalmente ‘se come’ las playas y alcanza las construcciones ubicadas en primera línea, provocando una pérdida de un recurso turístico difícilmente sustituible.
Para el presidente del Grupo Ecologista Mediterráneo, José Rivera, uno de los problemas para tratar de prevenir los efectos de las inundaciones es que “aprendemos a base de catástrofes, de destrucción y de muerte que luego, con el tiempo, olvidamos al menos hasta que llegue la próxima gota fría que, de seguir así, de nuevo nos cogerá sin hacer los deberes ante fenómenos meteorológicos que además cada vez tienden a ser más frecuentes”.
El Grupo Ecologista Mediterráneo ha denunciado con insistencia en los últimos años el incremento del riesgo grave de inundación por inobservancia de la delimitación de las zonas inundables, sin respuesta efectiva desde las administraciones públicas, más allá de la catalogación en los planes de riesgo. Dichos planes, definidos desde hace muchos años, nunca o casi nunca han sido tenidos en cuenta en nuestra provincia y quizá ha llegado el momento de tomarse en serie esta peligrosa situación, que tiende a agravarse como consecuencia del cambio climático, que anuncia DANAs mas frecuentes y de mayor intensidad. De todos depende que nos coja prevenidos o que sigamos ahondando en un peligro que es tan real como mortal.
Almería, a 8 de noviembre del 2024
GRUPO ECOLOGISTA MEDITERRÁNEO