BARRA DE EXPLORACIÓN

MANIFIESTO

ENCUENTRO MEDIOAMBIENTAL ALMERIENSE: EN BUSCA DE SOLUCIONES

LA ALMERÍA QUE QUEREMOS

 

Almería se ha convertido en los últimos años, sin duda, en un modelo de desarrollo y en un ejemplo de cómo el aprovechamiento de unos escasos recursos naturales es capaz de propiciar un crecimiento que proporciona a sus pobladores medios de vida en cuantía suficiente. Sin embargo, no es posible olvidar que son precisamente esos recursos naturales, limitados y finitos, los que suponen el sustento del modelo económico. Tierra, agua y sol, elementos clásicos, casi míticos en todas las civilizaciones adquieren en nuestra provincia un protagonismo esencial.

Esos elementos proporcionan a los almerienses una base imprescindible sobre la que crecer, pero en sus limitaciones está también el riesgo que un mal uso de los mismos lleva aparejados. Los dos primeros, tierra y agua, son la base de los dos principales conflictos ambientales con los que la provincia debe enfrentarse en este final de milenio, la desertización y el déficit hídrico. El gran reto es superarlos y encontrar el siempre complicado pero necesario equilibrio que nos permita seguir creciendo. Del éxito de ese objetivo depende, en gran medida, ni más ni menos que la continuidad de nuestro desarrollo económico.

Almería parte con la ventaja de haber sufrido en el pasado graves convulsiones económicas y sociales por no haber sabido administrar correctamente los recursos que la Naturaleza ha puesto en sus manos. El ejemplo más claro es el de la minería del siglo XIX, que propuso un modelo de explotación rápida que esquilmó la riqueza del subsuelo con rapidez, sin una preocupación por obtener de los minerales el valor añadido que debe formar parte de cualquier ciclo productivo y que permitió una deforestación casi suicida de la que, aún hoy, la provincia intenta recuperarse con esfuerzo. Pobreza, emigración masiva y un largo periodo de recesión son los resultados de aquel modelo.

Hoy Almería ha salido del túnel, presenta una situación económica y social más que aceptable y afronta el futuro con una actitud y una esperanza distintas. Sin duda una cosa ha cambiado: A diferencia de modelos económicos pasados, el desarrollo actual no es exógeno, sino que ha sido propiciado y realizado por los propios almerienses; nace del esfuerzo de las personas de esta tierra, que quieren seguir viviendo en esta tierra y pretenden ganar no sólo el presente, sino también el futuro. Esa realidad es la que nos obliga a plantearnos la necesidad de diseñar un modelo económico capaz de perpetuarse en el tiempo, de evitar los errores que llevaron a la provincia al descalabro y de buscar una opción de desarrollo sostenible, solidario con nuestra tierra y con las generaciones futuras.

Este modelo no puede estar basado exclusivamente en preservar los espacios naturales, en limitar el uso de los recursos o en guardar celosamente la diversidad biológica. La apuesta debe ser mucho más ambiciosa: Se trata de buscar sistemas productivos que garanticen el futuro y, en él, proporcionen un soporte sólido para la mejora de la calidad de vida de todos los almerienses. Para ello, contamos con una creciente conciencia ambiental que, contrariamente a lo que algunos han querido hacer ver, no se instala en el pesimismo, sino en la convicción de que una buena gestión, un buen uso de los recursos, será capaz de cambiar los hábitos insolidarios o irracionales, hasta conseguir que las actuaciones que se emprendan generen riqueza para los almerienses, sin poner en peligro por ello la continuidad del modelo económico, del bienestar y de la calidad ambiental de nuestra tierra.

A favor de esta esperanza, de esta búsqueda, opera esa conciencia ambiental, el conocimiento que se ha ido acumulando durante las últimas décadas y, evidentemente, las nuevas tecnologías que en temas tan vitales como la energía o la gestión y ahorro del agua, están logrando resultados de los que Almería, en muchos casos, puede ser considerada un ejemplo.

No podemos soslayar el hecho de que aún hay mucho camino por recorrer; episodios como la especulación urbanística, un crecimiento desordenado e irregular de las superficies cultivables, o la progresiva destrucción de los caladeros a causa de la pesca ilegal o de la captura de inmaduros siguen amenazando sectores básicos de la economía provincial como el turístico, el agrícola o el pesquero.

La importancia del Encuentro Ambiental Almeriense es precisamente su intención de convertirse en un instrumento para avanzar en la definición de esos modelos. La reunión y las aportaciones de todos los que, de una forma directa o indirecta, están implicados en la definición del modelo económico que deberá ordenar el futuro desarrollo de la provincia, es un hecho fundamental porque las soluciones deben venir de la mano del consenso, del entendimiento y de la comprensión de todos y cada uno de los factores que han de ser tenidos en cuenta a la hora de planificar las actuaciones. Ninguno de ellos, por sí mismo, puede imponer sus modelos, porque desde el conocimiento actual son impensables las políticas aisladas. Se impone desde hace tiempo el modelo multidisciplinar en el que todo está relacionado y, así como es impensable una política turística que no vaya acompañada de una correcta política de infraestructuras, de cuidado del entorno o de la simple limpieza de las calles y plazas de nuestros pueblos, tampoco un sector puede subsistir aislado del conjunto de la economía provincial, de los equipamientos comunes o de la sociedad que los circunda.

Tenemos la oportunidad de plantear las bases de la que puede ser la Almería del siglo XXI. Sin duda, ello requiere reflexión, trabajo y un espíritu solidario que permita que esta provincia siga creciendo sobre pilares sólidos. Cada persona, cada sector, cada colectivo político o social, cada institución pública o cada empresa privada tiene la ocasión de colaborar y la posibilidad de apartar por un momento planteamientos particulares para adentrarse en un compromiso mucho más importante y de una trascendencia de vital importancia para toda Almería y sus pobladores. De este pequeño acto de renuncia de lo privativo para atender a la demanda de lo colectivo, depende en gran medida el éxito de este Encuentro, pero también la correcta definición de la Almería que queremos.

 

Este manifiesto fue elaborado por el Comité Organizador y leído en la clausura del Encuentro por el poeta almeriense Julio Alfredo Egea.

 

Almería, 8 de Marzo de 1998