ENCUENTRO MEDIOAMBIENTAL ALMERIENSE: EN BUSCA DE SOLUCIONES

MEDIO AMBIENTE Y SOCIEDAD BARRA DE EXPLORACIÓN

DOCUMENTOS DE TRABAJO Y COMUNICACIONES

DESARROLLO SOSTENIBLE EN ALMERIA: EL MEDIO RURAL

Jose Luis Peña Fernández

Sunseed Desert Technology

 

EJEMPLOS Y SOLUCIONES

 

1.- INTRODUCCION

El medio rural almeriense es un factor básico para comprender la relación existente entre la sociedad y el medio ambiente de nuestra provincia. Su extensión y su diversidad ambiental y social hablan de su importancia a la hora de definir la realidad provincial. Su población y las actividades económicas que genera establecen las necesidades y los problemas de nuestro medio ambiente y, con ellos, el potencial de desarrollo futuro de Almería.

La peculiar situación geográfica de esta tierra añade también algunos puntos de interés a este somero análisis de la realidad. Almería ha sido siempre el punto de unión o la frontera divisoria entre dos regiones españolas de gran personalidad: Andalucía Occidental y Levante. Además, su fachada marítima le concede otras dos fronteras. La primera, cultural y política, separa las dos culturas mediterráneas -cristiana y musulmana- y pone a nuestros puertos como punto de contacto e intercambio entre Europa y el Norte de Africa. Esta frontera es parte ya de nuestra historia y seguirá tomando parte activa en la definición de nuestro futuro. La segunda frontera es de naturaleza económica y ambiental y distingue entre el interior serrano, asiento de una agricultura extensiva de olivo, almendro y cereal de enorme peso en la cultura agrícola tradicional andaluza y española y la costa árida, olvidada durante siglos y hoy la parte más dinámica de la geografía económica provincial.

Todas estas características se combinan en el medio rural almeriense y hacen de él una realidad peculiar dotada de una fuerte personalidad que es necesario tener siempre presente a la hora de plantear un futuro para nuestra provincia, ya sea desde el punto de vista económico o ambiental. Como se verá, ambos están íntimamente relacionados y subordinados a un tercer elemento que constituye el eje central del pensamiento sobre desarrollo sostenible y a cuyos problemas y necesidades estarán enfocados todos nuestros esfuerzos: la población, los recursos humanos de Almería, ya los citemos bajo la etiqueta general de sociedad o bajo la más concreta y cercana a nuestra vida de comunidad. Estos tres elementos forman un triángulo dentro del cual pueden situarse todos los modelos de desarrollo posible.

El carácter de provincia fronteriza es una fuente de oportunidades y también de riesgos para Almería. Su situación geográfica, en el punto de encuentro entre dos grandes zonas turísticas y agrícolas pero en situación marginal a ambos, ha actuado como lastre al desarrollo y como incentivo para que otras zonas más afortunadas drenaran los recursos naturales y humanos de Almería. De este modo se han perdido algunas buenas oportunidades y se han adquirido algunos problemas que, en buena lógica, no nos pertenecían a nosotros. Y es esta misma condición de provincia plural la que nos permite abordar el futuro con un modelo de desarrollo distinto del habitual y profundamente ligado a la realidad ambiental y social del medio rural almeriense.

 

2.- EL DESARROLLO EN LOS MEDIOS RURALES

El principal medio de vida del medio rural almeriense ha sido tradicionalmente la agricultura. El olivar, los cereales, el almendro y los cítricos o los cultivos de huerta en aquellos puntos donde el agua era abundante han sido los productos típicos de la tierra. Sin embargo, la extrema sequedad del clima y la existencia de suelos difíciles para la agricultura ha puesto siempre a los almerienses en una situación de inferioridad con respecto a sus competidores más afortunados. Las grandes transformaciones de la agricultura en el siglo XX acentuaron estos problemas y una buena parte de la población se encontró en la tesitura de practicar una agricultura de subsistencia en condiciones muy difíciles o emigrar a los nuevos centros urbanos. La emigración de los habitantes del interior a los grandes centros industriales españoles como Barcelona o Madrid fue muy intensa en los años sesenta y setenta y ha dejado tras de sí pueblos abandonados, miles de hectáreas de terrazas agrícolas arruinándose bajo el sol después de siglos de trabajo contínuo y paciente y una sensación general de subdesarrollo y de falta de recursos que no se corresponde con la realidad y que sólo en los últimos años está empezando a superarse.

Las consecuencias para el medio ambiente han sido por un lado una destrucción del paisaje humanizado al cesar el laboreo de tierras y, por otro, una paradójica recuperación y conservación de los recursos existentes debido a la escasa densidad de población y al poco desarrollo de la industria en el medio rural. Esta dualidad permite albergar esperanzas sobre los recursos naturales existentes en nuestra provincia y su potencial económico futuro. Sin embargo, la fragilidad general de los ecosistemas subáridos que dominan nuestro suelo exige un cuidado exquisito a la hora de plantear soluciones económicas para el medio rural. Un intento de explotar rápidamente este o aquel recurso recién descubierto puede terminar en un empobrecimiento ecológico capaz de reducir al mínimo el valor del suelo y, con ello, encender otra vez la mecha de la emigración.

El sector más pujante de la economía provincial es sin duda la agricultura bajo plástico: los invernaderos. Cubren grandes extensiones de terreno, dan trabajo a un importante sector de población y general un flujo de mercancías en dirección al Norte de Europa que ha permitido a los almerienses aumentar rápidamente su nivel de vida y sacudirse de encima los complejos de subdesarrollo que trajo un desarrollo tardío. Esta nueva forma de agricultura lleva camino de sustituir casi por completo a las formas tradicionales de producción a cielo abierto. Su futuro no está exento de problemas, pero al día de hoy no parece que la demanda de productos de invernadero vaya a decaer abruptamente o que la competencia de otras zonas pueda dañar gravemente los proyectos de futuro del sector de la agricultura bajo plástico. Su importancia para cualquier planteamiento de desarrollo es clara y evidente: la economía actual está asentada sobre él en buena parte, la salud del mercado de trabajo depende de él y los principales problemas, medioambientales o de otro tipo, tienen su origen o están relacionados con este sector .

El turismo es el segundo gran sector generador de riqueza de la provincia. En un principio, su aparición fue una extensión del área de influencia de las dos grandes zonas turísticas españolas. Almería se encuentra entre el Levante y la Costa del Sol, equidistante entre Benidorm y Torremolinos. Los centros turísticos almerienses se encuentran en uno de los dos extremos: Vera y Mojácar en el extremo meridional de la costa levantina y Roquetas a oriente de los grandes centros turísticos de la Costa del Sol. Con el tiempo, una corriente de extranjeros se ha ido asentando en Almería, atraidos unos por el clima y la calidad del estilo de vida mediterráneo y otros por el bajo nivel de precios; un tercer factor de atracción ha sido la conservación del paisaje y la arquitectura tradicional.

Este sector debe aprovechar con eficacia las posibilidades que ofrece el medio ambiente almeriense y debe hacerlo sin dañarlo. Los esfuerzos de estos últimos años se han orientado hacia la promoción del turismo ambiental de calidad y, en este sentido, es necesario continuar trabajando en dos direcciones que permitan un desarrollo estable y sostenible del sector turístico, ya sea en su versión costera o en el interior. La primera es reconocer y trabajar sobre los recursos existentes con el fin de mejorar su calidad. Los trabajos de reforestación y revegetación, la conservación de áreas naturales o del patrimonio histórico y la protección específica de especies animales y vegetales debe hacerse atendiendo también a criterios económicos. Aquellos recursos naturales capaces de generar actividad económica no solo deben conservarse: deben también incrementarse. La segunda consiste en seleccionar con gran cuidado el perfil de nuestros visitantes. Nuestro ecosistema es frágil y la atracción que nuestros pueblos ejercen sobre los habitantes de las grandes ciudades europeas dependen en buena parte de que estos mismos visitantes no alteren o destruyan estos recursos. Es necesario tener siempre presente cual es la relación coste/beneficio de cada uno de las formas de turismo a las que tenemos acceso.

Las especiales condiciones de la provincia han tenido como consecuencia un desarrollo más tardío. Las décadas más dinámicas van a ser los ochenta y los noventa, no los años sesenta y los setenta como en Málaga o Valencia. El aparente retraso no tiene por qué ser una rémora para nuestra provincia, sino al contrario: gracias a él conocemos los fallos que se produjeron en el modelo de desarrollo de los años sesenta y evitarlos, plantando las bases para una estructura económica distinta, que remarque las especiales características de este rincón de España y sea a la vez fuerte y flexible para adaptarse a la naturaleza cambiante de la economía global.

 

UN MODELO DE DESARROLLO SOSTENIBLE

Una vez conocida la situación general de la provincia de Almería en términos de desarrollo, pasamos a desarrollar las líneas generales y los principios que deben guiar nuestros esfuerzos para aumentar y mejorar la calidad de vida de la población, las condiciones del medio ambiente y la solidez de nuestra economía durante las próximas décadas. No se trata de desarrollar exhaustivamente un modelo de sostenibilidad, sino de exponer los principios y características básicas del mismo, con el fin de participar en el doble debate sobre la protección del medio ambiente y el desarrollo en el medio rural y mostrar la relación que les une.

Un modelo de desarrollo sostenible debe tener muy claro que su objetivo básico es mejorar, no simplemente aumentar. El crecimiento no es suficiente para considerar como una avance a aquello que ha provocado dicho crecimiento; en los casos -bastante comunes- en que una actividad genera problemas o consume recursos no recuperables, el crecimiento no hace sino aumentar los problemas o acelerar las pérdidas. Es estos casos, el crecimiento es perjudicial si no va acompañado de soluciones o nuevos recursos.

Cualquier iniciativa con pretensiones de sostenibilidad estar dotada de unos recursos a aprovechar, un método de investigación capaz de extraer aplicaciones válidas de esos recursos y de una población encargada de utilizar económicamente las formas de generación de riqueza que surgen de la combinación de recursos e investigación aplicada. En nuestro casos, los recursos son los existentes en el medio rural almeriense: humanos, naturales e históricos; el método es la investigación dentro de la comunidad, complementando la labor de los grandes institutos centralizados y la población que mejorará su calidad de vida gracias a lo anterior es la de la propia comunidad que, en su máxima extensión, es la de provincia de Almería.

Algunas características que definen desarrollos sostenibles son su validez a largo plazo, la mejora de la calidad o del nivel de vida general de una comunidad o un sector relevante de ella y el aumento de la eficiencia en el uso de recursos o procesos existentes. Estos tres criterios, simples y perfectamente medibles, permiten distinguir con facilidad aquellas transformaciones que van a mejorar de forma estable las condiciones generales de la economía o la vida comunitaria de los cambios momentáneos que no hacen sino diferir el problema o exportarlo a otro sector económico o a otra parte de la sociedad. Como hemos dicho, el simple crecimiento de una actividad no es un indicador fiable de desarrollo puesto que puede ser coyuntural, ligado a unas condiciones del mercado que cambian sin cesar en el marco económico global en el que nos movemos. Si la actividad conlleva problemas o gastos ocultos añadidos, el crecimiento de la misma no hace sino aumentarlos. Esto no significa que el crecimiento deba ser visto como negativo, sólo avisa del peligro de tomarlo como única medida válida de desarrollo.

La durabilidad es una característica fundamental a la hora de etiquetar como positiva una transformación socioeconómica. Sostenible es aquello que permite y asegura una actividad económica a largo plazo, no un cambio momentáneo que permite "seguir tirando" unos años más. Puesto que hablamos de economía y sociedad, entidades ambas de larga duración y que cambian con relativa lentitud, la unidad de medida para la durabilidad debe ser la generación, ya sea en términos laborales (unos treinta o cuarenta años ) o demográficos (más de setenta años de esperanza de vida en la actualidad). Estos plazos pueden parecer excesivos para quien está acostumbrado a pensar a cinco años vista, pero hemos de recordar que el objetivo de un enfoque sostenible no es la presencia de un producto en el mercado sino la introducción o transformación de un elemento dentro de la estructura económica o social.

Predecir las consecuencias de un cambio a tan largo plazo es muy difícil para cualquier planificador. La gran mayoría de los estudios no se atreven a pasar de las dos o tres décadas y hablar de cincuenta o setenta años raya en la ciencia ficción. Para evitar este problema debemos introducir un criterio adicional: la estabilidad. No se trata de prever con exactitud todos y cada uno de los cambios que conllevará la introducción de un nuevo elemento. Se trata de asegurarse de que lo que se propone no va a distorsionar la estructura básica del sistema económico o social. En términos médicos, comprobar que no existen efectos secundarios y, en el lenguaje de la ingeniería, instaurar controles de calidad que eviten la introducción de productos defectuosos en el entramado socioeconómico.

Un segundo grupo de criterios de demarcación lo forman aquellos relacionados con la eficiencia. La rentabilidad final de una nueva aplicación no puede medirse sólo en términos de volumen de ventas, sino que se debe trabajar con una visión algo más amplia. Eliminar problemas por el procedimiento de endosárselos a otro no es nada sostenible. Muy al contrario, la generalización de este método garantiza un rápido descenso en la eficiencia económica y un deterioro de la calidad de vida. Por lo tanto, debemos ser especialmente cuidadosos en aislar las externalidades, esto es, los problemas que se exportan desde un sector a otro y en no añadir nuevos ejemplos de ello en el futuro.

A este respecto, el modelo de desarrollo urbano se ha caracterizado por su alegría a la hora de arrojar costes indirectos hacia el medio rural. Los residuos industriales se almacenan en el campo o se vierten en cauces y ríos. Los alrededores de las ciudades pierden rápidamente calidad ambiental debido a la afluencia masiva de urbanitas ociosos (una definición algo malintencionada pero ajustada de un turista) que no saben o no se preocupan de las consecuencias de su comportamiento. Los incendios, la basura ubicua, la intrusión en zonas agrícolas o ganaderas de vehículos a motor son algunos ejemplos de externalidades arrojadas al medio rural por un modelo de desarrollo que privilegia lo urbano hasta el punto de olvidar e incluso despreciar los valores rurales.

Por último debemos citar el objetivo básico de todo desarrollo de mejorar la calidad de vida, ya sea de la comunidad o de la empresa. Esto se puede considerar como una forma general de eficiencia y esta conectado con la exportación de problemas que hemos citado más arriba. No es de recibo que una transformación suponga la pérdida de la calidad de vida de la población o que traiga consigo dificultades adicionales para el funcionamiento de una empresa o un sector económico. Este criterio de calidad es especialmente importante para el sector público, fuente de muchas inversiones destinadas a fomentar la investigación y el desarrollo. Las Administraciones son responsables de garantizar el mantenimiento de las condiciones de vida y trabajo, lo que se suele traducir en que son ellas quien cargan con los gastos de solucionar un problema que frecuentemente no han generado. Si hay contaminación en el aire o si un sector económico se desploma, es el Estado quien debe asumir las cargas.

La combinación de los criterios de eficiencia y de calidad nos hacen ver la importancia de aquellas investigaciones destinadas a aislar las externalidades y solucionarlas. La rentabilidad de estos desarrollos es bastante mayor de lo que parece si aplicamos únicamente criterios contables. No debe contar solo lo que producen sino también lo que ahorran.

Hemos expuesto los principios básicos y las características que diferencian las iniciativas de carárter sostenible de aquellas que se limitan a repetir viejos errores de otras épocas. A partir de este momento vamos a proponer una forma de investigación que permita aislar y valorizar los recursos necesarios para el desarrollo y ponerlos al servicio de la comunidad que los ha protegido o incluso generado, todo ello sin olvidar el principio básico de la eficiencia. Esta forma de investigación dentro de la comunidad es la más rentable a largo plazo en términos de coste/beneficio.

La investigación tiene como meta principal aislar los recursos potenciales del entorno y conectarlos con las necesidades sociales o de mercado. El medio de conexión son el enorme conjunto de conocimientos cientíticos y técnicos que se ha acumulado en los dos últimos siglos. No tiene como objetivo aumentar un poco más ese conocimiento en alguna región remota del saber humano, aislada de la vida práctica ni tampoco alimentar el prestigio intelectual de una élite separada de la comunidad y de la empresa.

La mejor forma de cumplir los objetivos de la investigación es mantenerla dentro de los límites de la comunidad (y de la empresa), de forma que sea capaz de conocer, en cualquier momento, cuáles son sus necesidades y dónde están los recursos. De esta forma se evitan proyectos estériles y se limita el peligro del síndrome del científico en su torre de marfil. El mantenimiento del investigador en su entorno social sirve también de freno a una enfermedad muy común entre los jóvenes estudiantes: la sobredosis de conocimientos inútiles, que se resuelve bien en un rechazo de todo conocimiento o bien en una incapacidad total para distinguir lo útil de lo supérfluo.

Ventajas adicionales de este modelo son la mayor facilidad a la hora de aprovechar conocimientos o recursos muy localizados, difíciles de alcanzar desde un modelo centralizado de investigación pero evidentes a los investigadores locales y la mayor eficiencia en cuanto a sacar beneficio de la experiencia acumulado por la población trabajadora, que puede mantener el contacto con el sector más joven y transmitir -e incluso recibir- sus conocimientos a la generación siguiente. Es verdad que de estos conocimientos es muy difícil extraer avances revolucionarios, pero se suelen evitar fracasos estruendosos debidos a la carencia de conocimiento prácticos de nuestros jóvenes investigadores.

Si se consigue hacer un uso continuo y estable de los recursos humanos del medio rural en Almería se conseguirá frenar la emigración rural y lo que es más importante alterar la imagen negativa que tienen estas comunidades de sí mismas. Demostrar que es posible obtener resultados palpables a la hora de solucionar problemas ambientales tiene como corolario demostrar que no todo lo rural es atraso y subdesarrollo y que los conocimentos y recursos existentes en el medio rural de Almería son válidos. Revertir la imagen de subdesarrollo y precariedad y dotar a estas comunidades de una seguridad en sus propios recursos no puede ser sino positivo y redundará sin duda en una mayor eficacia económica de las propias comunidades rurales.

La investigación que se desarrolla dentro de una comunidad rural o muy cerca de ella tiene limitaciones en cuanto al tipo de estudios y el equipamiento utilizable. No es posible desarrollar costosos estudios ni utilizar equipamiento de última generación para arrancar una molécula más de información dentro de algún campo de la ciencia arcana. Afortunadamente, tampoco hace falta. El tipo de investigación que se requiere para obtener sectores económicos capaces de mantenerse por sí solos durante generaciones enteras es de ciencia aplicada. Consiste en poner en extraer del cuerpo de conocimientos científicos aquellas conclusiones que permiten conectar recursos y técnicas para generar así procesos industriales o actividades económicas nuevas o mejoradas. Es necesario además hacerlo en condiciones muy similares a aquellas en las que se va a utilizar, para evitar que el salto tecnológico desde el laboratorio al taller rompa los projectos. Es por eso que denominados a este tipo de investigación centrada en la comunidad como de baja tecnología (low tech), por oposición a la de alta tecnología, consumidora de recursos y alejada del lugar donde sus productos deberán aplicarse. Su objetivo es transformar los conocimientos científicos en soluciones económicas. Es una investigación aplicada y, si se enfoca a la solución de problemas ambientales o sociales, tiene la ventaja de que no está afectada por la competencia brutal de la investigación de productos de mercado. No hace falta estar siempre un paso por delante de los competidores y no se arriesga el resultado de años de trabajo por una fuga de información o un mes de retraso.

Por último, conviene señalar los puntos oscuros de estas iniciativas de sostenibilidad con el fin de completar el recorrido que hemos iniciado exponiendo sus principios. Los errores más comunes a la hora de plantear este tipo de modelo suelen ser elegir recursos de los que se carece localmente pero que han sido aprovechados con éxito en otro lugar o que no tienen valor económico pero son muy abundantes. El primero es consecuencia de una actitud de copia e imitación que puede dar resultado alguna vez pero que trae como consecuencia que se adquieren a la vez los problemas del sector y una posición secuendaria en la competencia por el mercado de los productos. El segundo suele venir aparejado con una actitud romántica ante la vida que da por sentado que todo lo existe de forma natural o que nos ha sido legado por la historia es bueno por principio. Si en su utilización surge algún problema la culpa es siempre de la sociedad o de algún sector de esta. Esta actitud es intelectualmente muy cómoda puesto que no exige investigación ni trabajo alguno para descubrir nuevas oportunidades: basta con abrir la ventana, mirar afuera y señalar con el dedo. El problema es que los recursos más evidentes han sido ya utilizados desde antiguo (nuestros antepasados no eran tontos) y que las profesiones y formas económicas cambian con el tiempo, quizás no a la velocidad acelerada a la que nos quiere hacer creer el sector más duro de la economía de mercado pero sí se mueve. El regreso a formas socioeconómicas superadas tiene como contraparte el regreso a niveles de vida ya superados y esto no es sostenible desde ningún punto de vista.

Otro error común es desarrollar aplicaciones que nada tienen que ver con la estructura económica existente y que obligan a grandes inversiones -generalmente públicas- para su instalación sin dar por ello garantías de su continuidad a largo plazo. Y esta estabilidad es uno de las características que define al desarrollo sostenible y lo separa de modelos de crecimiento continuo que se resuelven en economías de sustitución, que van arrinconando sectores económicos a medida que agotan los recursos que los sostienen.