José Rivera Menéndez |
Sociólogo. Presidente del Grupo Ecologista Mediterráneo |
RESUMEN
El agua es un factor que limita la actividad humana y el desarrollo. En Almería, la población, tradicionalmente, estaba acostumbrada a vivir asumiendo la escasez de agua, y desarrolló unas prácticas y actitudes, a todos los niveles, ahorradoras de este elemento. A partir de los años setenta, ante las extracciones de aguas subterráneas y asumiendo las ideas desarrollistas del momento, el límite que suponen los recursos naturales al crecimiento, se olvidó y comienza un incremento considerable en los consumos por parte de todos los sectores, especialmente el agrícola.Los magníficos resultados económicos de la agricultura intensiva, invernaderos, tuvieron como consecuencia la búsqueda de un rápido beneficio por los empresarios agrícolas que no hicieron caso de las prohibiciones y llamadas de atención de los poderes públicos sobre la escasez de agua y sobreexplotación de los acuíferos y continuaron incrementando la superficie regada hasta límites difícilmente sostenibles, proceso que continúa en la actualidad. Con los recursos disponibles se podrían poner en regadío un máximo de 40.000 Has, en la actualidad hay más de 60.000, aunque se ha llegado a cifras cercanas a las 80.000. Esto genera un déficit importante y de difícil solución, especialmente a niveles locales.
El que el agua es un factor condicionante no ya solo del desarrollo, sino de cualquier tipo de vida, es un hecho tan evidente, que no es necesario justificarlo.
En Almería, el sector que consume más agua, es sin duda el agrícola, cerca del 90 %. La industria apenas si existe, y las existentes no se caracterizan por consumir grandes cantidades de agua. Los pueblos, ciudades y urbanizaciones más que consumir agua, se limitan a ensuciarla, hasta el punto que el 80 % del agua de consumo urbano puede ser reutilizada una vez depurada. El agua es una materia prima fundamental para la agricultura, hay que tener presente, que el mayor componente de la principal producción provincial, las hortalizas, es agua.
La mentalidad tradicional campesina es conservadora. Hasta hace poco tiempo, era difícil ver a un campesino que se lanzaba a empresas o innovaciones de dudoso futuro. Antes de llevar a cabo cualquier innovación o cambio de cultivos se intentaba contar con los medios necesarios para ello y se tenía prácticamente segura su rentabilidad.
A un campesino, difícilmente se le podía ocurrir emprender una transformación de los terrenos que cultivaba de secano a regadío, sin contar antes con el agua necesaria para ello. Sin embargo, en el caso almeriense, la mentalidad campesina tradicional, ha sido sustituida, sobre todo en la agricultura de "invernaderos", por una mentalidad empresarial. Esto tiene como consecuencia el que se produzcan inversiones arriesgadas, tales como el transformar terrenos en regadío, con plena conciencia de la escasez de agua, esperando amortizar la inversión realizada antes de que la falta de agua haga abandonar los cultivos, o que la Administración tome las medidas necesarias para dotar de agua a las superficies "transformadas".
La escasez de agua de la provincia, históricamente, limitó los regadíos a aquellas zonas que disponían de agua, es decir las vegas de los ríos principales, y algunas manchas dispersas que contaban en sus cercanía con alguna fuente que hacia posible el riego. Los asentamientos urbanos, dependientes en gran parte de la agricultura, se ubicaban en aquellos lugares en que el abastecimiento de agua estaba asegurado.
La escasez agudiza el ingenio, y los agricultores almerienses hicieron todo lo que estaba en sus manos para conseguir agua para regar sus terrenos, en el siglo XIX, contando con técnicas que venían de antes, ya que la tecnología no permitía la extracción de agua a ciertas profundidades, se recurrió a obras tales como las boqueras, para poder aprovechar al máximo posible las aguas de las escasas lluvias, y a galerías, minas, norias, etc., para aprovechar los caudales subterráneos.
De todas formas, esas obras para el mejor aprovechamiento del agua, normalmente, no permitían crear regadíos permanentes. Los ingenieros agrónomos que visitaron Almería a principios del siglo XX, insistían en que la mayor parte de los regadíos de la provincia de tales, solamente tenían el nombre, ya que no contaban con un riego continuo, en realidad se trataba de regadíos eventuales, que en muy pocos casos tenían asegurada la aportación de agua para mantener el riego en todas las ocasiones en que hacía falta.
Pese al problema de la escasez de agua, es habitual encontrar en todos los proyectos sobre las posibilidades de riego de la provincia, la referencia a las optimas condiciones climatológicas, especialmente del litoral, para llevar a cabo todo tipo de cultivos, que permitirían amortizar rápidamente cualquier inversión para la puesta en riego de los terrenos.
Esas potencialidades agrícolas tuvieron como consecuencia que durante el Siglo XIX se planteasen todo tipo de proyectos para poner en regadío y colonizar amplias zonas cercanas al litoral. Hay que señalar que Almería fue la provincia en la que mayor número de colonias agrícolas se establecieron al amparo de la Ley de 3 de Junio de 1.868: 673, de las cuales 45 se encontraban en Dalías y 175 en Níjar, lo que puede guardar relación con que en este último municipio fue donde se construyó la primera gran obra hidráulica de la Provincia, el Pantano de Isabel II, cuyas obras se inauguraron el 8 de mayo de 1.850 y con el que se pretendía poner en regadío el Campo de Níjar. Como ya sabemos este pantano fue un completo fracaso ya que además de encontrarse sobredimensionado no tuvo en cuenta el problema de los arrastres que lo acabaron llenando de sedimentos. El final de la explotación de la presa para regadíos se puede fijar en el año 1896.
Los proyectos de obras de mediados del Siglo XIX y principios del XX, se hacían con cierta precipitación, ya que pretendían aprovechar los beneficios económicos y fiscales que se otorgaban para la realización de este tipo de obras, además de hacer posteriormente negocio con la venta de agua a los regantes. Así, en el caso del Pantano de Níjar, los propietarios al darse cuenta de la precaria aportación de la cuenca intentaron construir un canal de trasvase de las aguas de la Rambla Honda al pantano, canal que no se llegó a utilizar por problemas geológicos.
El pantano de Níjar no fue la única obra que se puso en marcha para poner en regadío zonas del litoral almeriense, hubo otras con iguales o mayores pretensiones. Entre estas hay que destacar las obras y proyectos para poner en regadío el Campo de Dalías, que hemos estudiado en otro lugar, y otras para poner en riego el Valle del Almanzora con un canal que trasvasase los caudales sobrantes de los ríos Guardál y Castríl, desviando y aprovechando el canal de navegación de Huescar a Cartagena, comenzado a construir por Carlos III.
La historia de la agricultura almeriense, posterior a la Guerra Civil, está llena de proyectos para el aprovechamiento de las aguas superficiales que en su mayor parte no se llegaron a realizar. En 1974, se contemplaba, además de la llegada del agua del trasvase Tajo Segura, la construcción de diez pantanos (Armuña, Cantoría, Cuevas, Isfalda, Abrucena, Nacimiento, Canjayar, Turre, Níjar, Benínar, y Ventilla), de los cuales solamente se construirán dos: el de Benínar y el de Cuevas, así como los trasvases del Río Cádiar al Pantano de Benínar y del Guadiana menor a los pantanos del Río Almanzora, trasvases estos que no se han llegado a realizar, aunque aún no se han descartado.
El construir pantanos en Almería plantea numerosos problemas, desde los arrastres, que limitan considerablemente la vida útil del embalse, ya que tarde o temprano se acabará llenando de tierra en vez de agua, pasando por la permeabilidad de los terrenos, la falta de lugares adecuados para su construcción, y como no, la irregular climatología de la provincia que puede hacer que el pantano solo sea de utilidad en determinadas épocas. También hay que tener en cuenta que al construir un pantano, los terrenos detrás de la presa se inundan, y las zonas de vega de la provincia están precisamente cerca de los cauces de las ramblas y ríos que se inundaran en el momento en que se construya el embalse con la consiguiente perdida de terrenos de cultivo. Además, los pantanos y pantanetas, al retener los arrastres, impiden que las playas se regeneren, y alteran sustancialmente las características ecológicas del entorno en el que se construyen. Por si lo anterior fuera poco las elevadas temperaturas ocasionan una fuerte evaporación que produce pérdidas considerables en los caudales embalsados.
Los ejemplos del Pantano de Isabel II, Benínar y Cuevas son claros exponentes de lo anterior. El de Isabel II, se llenó de sedimentos y nunca pudo funcionar como se esperaba, el de Benínar tiene problemas de filtraciones en el vaso del pantano que impiden que pueda servir para almacenar agua, y el de Cuevas, sobredimensionado para recibir las aguas del trasvase Tajo Segura, se llenó al poco tiempo de ser inaugurado, consecuencia de las intensas lluvias, y desde entonces se ha ido vaciando, sin recibir apenas aportaciones naturales, respecto a las del Trasvase Tajo Segura, no se sabe lo que va a pasar.
La transformación en regadío con aguas subterráneas ha tenido más éxito, pero es preciso señalar, que la Administración, el I.N.C.-I.R.Y.D.A., que fueron los que comenzaron todas las transformaciones, tuvieron que reducir considerablemente sus pretensiones ante la sobreexplotación de los acuíferos. Así ocurrió en casi todas las zonas cuya colonización se declaró de Interés Nacional: Campo de Dalías, Campo de Níjar, el Saltador en Huercal Overa, aquí ha sido preciso utilizar las aguas del Trasvase Tajo Segura para garantizar los riegos, y el Higueral en Tíjola.
Con la extensión de la agricultura de "invernaderos", los problemas con el agua se han ido agudizando. En el Campo de Níjar, por ejemplo, el I.N.C. se vio obligado, en 1963, a dejar en suspenso el Sector III como consecuencia "del descenso de los niveles hidráulicos y una disminución correlativa de caudales". Algo parecido a lo que ocurrió con el Sector V del Campo de Dalías, aunque en este caso no se hizo la declaración formal, lo que no fue obstáculo para que los agricultores continuasen aumentando la superficie puesta en regadío, con el consiguiente incremento de los caudales necesarios para su riego.
La mentalidad campesina tradicional y conservadora ha sido sustituida por una mentalidad capitalista que confía en rentabilizar al máximo las inversiones en el menor tiempo posible, sin preocuparse por los recursos naturales de que depende. Pero el problema es que el campesino vive pegado a la tierra y que si agota el agua disponible la agricultura resulta imposible.
La agricultura almeriense de invernaderos no responde a los criterios tradicionales de una empresa agraria. Más que de agricultura sería más adecuado hablar de industria agrícola, tanto por las infraestructuras e inversiones necesarias para poder realizar estos cultivos, 33 millones de ptas por Ha en 1997, como por su rentabilidad, nivel tecnológico y la mano de obra que ocupa. Tradicionalmente si un campesino ponía su tierra en regadío, y el agua se agotaba o llegaba una época de sequía, las pérdidas eran mínimas y se podían compensar con los beneficios de otros años, pero en el caso de la agricultura de invernaderos, las pérdidas pueden ser muy altas por las elevadas inversiones necesarias para poder realizar estos cultivos.
Vamos a comenzar tratando a niveles generales toda la provincia para centrarnos después en sus zonas más emblemáticas, los Campo de Dalías y de Níjar.
El agua disponible depende del régimen de lluvias, y en Almería llueve poco, y de forma muy irregular, las diferencias entre los distintos años pueden ser muy grandes, se puede pasar de una época de sequía a otra de lluvias torrenciales catastróficas de un año para otro.
Este agua es la que circula por los ríos, recarga los acuíferos subterráneos, y sirve para mantener la vida y la actividad humana. Es el ciclo hidrológico en el que no vamos a entrar por ser conocido por todos.
Los recursos naturales, subterráneos y superficiales regulados, de la provincia, se cifran en torno a los 316 Hm3 al año, de los que se consideran disponibles (para cualquier horizonte futuro), 207. Sin embargo el consumo (recursos utilizados) alcanza los 390 Hm3 y la demanda se estima en 433, lo que supone un déficit de más de 200 Hm3 (265 según el Plan Hidrológico de Almería presentado recientemente). De lo anterior se desprende lo siguiente:
1.- Se están sobreexplotando los recursos de los que disponemos.
2.- Las demandas se satisfacen de manera incompleta. Lo que supone que los regadíos están infradotados, lo mismo que otras actividades.
El primer punto supone un claro riesgo de cara al futuro, sobre todo teniendo en cuenta la climatología provincial, en la que las épocas de lluvias suceden a las sequías. Hasta ahora las lluvias han llegado a tiempo impidiendo la catástrofe, pero en la medida en que la demanda de agua siga aumentando, si no aumentan las disponibilidades, el tiempo que se puede aguantar entre sequía y sequía, ira disminuyendo.
El segundo punto es de más difícil solución y es consecuencia del anterior, hay que repartir la escasez. Los abastecimientos urbanos y los agrícolas, en muchos casos están infradotados. El agua que sale por los grifos, en muchas ocasiones no es potable, y la que se utiliza en los cultivos es de tan mala calidad que impide cultivos poco resistentes y disminuye la rentabilidad. Si se contase con agua en mayor cantidad y calidad, los rendimientos de la agricultura y la variedad de los cultivos podría aumentar considerablemente.
Aunque el agua es un factor limitativo, sin embargo las demandas han ido en constante aumento, tanto por el crecimiento de la población como por el desarrollo de las actividades económicas más importantes de la provincia, el turismo y la agricultura.
La demanda de recursos no es igual en toda la provincia, es mayor en aquellas zonas en las que se concentra la población, es decir en las litorales, que es donde se encuentran las instalaciones turísticas, la agricultura de invernaderos y la mayor arte de la población provincial.
El interior de la provincia se está despoblando, hasta el punto que muchos municipios pierden población en cifras absolutas, y dada la estructura de edades de la población que queda es muy difícil que se recuperen. La agricultura del interior está cada vez más abandonada y el destino final de gran parte de las tierras podría ser la reforestación. Esto que resulta negativo, ya que tiene un elevado impacto por el abandono de las tierras, puede tener un aspecto positivo; al abandonarse los cultivos de regadío del interior, esas aguas pueden ser aprovechadas por los cultivos intensivos del litoral. A este respecto hay que hacer una matización, los cultivos de invernadero consumen más agua que los cultivos tradicionales del interior, por lo que no se puede mantener la idea de que el agua que se ahorra por el abandono de parrales, naranjos u otros cultivos, puede ser utilizada para poner el mismo número de hectáreas de invernadero, en todo caso, y dada la sobreexplotación de los acuíferos, cualquier tipo de ahorro debería de ser utilizado para reducir la sobreexplotación de los acuíferos y no para aumentar la superficie en regadío o implantar otras actividades consumidoras de agua.
Algo parecido a lo que pasa en el interior sucede en las zonas litorales, especialmente en las vegas de los grandes ríos, Andarax y Almanzora. El desarrollo urbano está teniendo como consecuencia el que los cultivos se abandonen y que los terrenos se transformen en solares. Este fenómeno se produce en numerosas ocasiones de manera ilegal. Es decir se parcelan terrenos agrícolas y se venden las parcelas para la construcción de viviendas. Los nuevos propietarios no suelen estar interesados en mantener la actividad agrícola, suelen preferir los jardines. Este fenómeno, tiene distintas consecuencias. Por un lado al desaparecer la agricultura, el agua que utilizaban queda disponible, pero al carecer, las nuevas edificaciones, de infraestructuras, especialmente alcantarillado, producen la contaminación de acuífero, lo que puede llegar a inutilizarlo. Además, al estar las vegas en las inmediaciones de los cauces, son zonas que se pueden inundar en épocas de avenidas. Si una tierra de cultivo se inunda se pierde el cultivo, pero si esa zona esta habitada, puede peligrar la vida de las personas. Este hecho se puso de manifiesto en las últimas lluvias torrenciales que afectaron al río Almanzora y que permitieron que el pantano se llenase, y que además inundaron varias urbanizaciones. El abandono de terrenos agrícolas, tiene como consecuencia el abandono de la red de riegos y drenajes, sobre la que en algunos casos se han construido edificaciones, que, como ha pasado en el Andarax, cuando ha llovido un poco más de lo habitual se han inundado.
Este proceso "urbanizador", tiene un impacto ante todo ambiental, ya que los caudales que libera no son muy importantes, pero la destrucción de suelo agrícola, del mejor de la provincia es irreversible, y la contaminación que provoca puede afectar a todo el acuífero. Hay casos, como en el de la urbanización de la Vega de Acá en Almería, en que el mismo Ayuntamiento se plantea cambiar los cultivos de sitio, con lo que no se produciría ningún ahorro, sino que el consumo se desplazaría a otro lugar.
Superficie en regadío Almería (Has)
Año |
Superficie (Has) |
Indice |
1954 |
29800 |
100 |
1956 |
30800 |
103 |
1959 |
31900 |
107 |
1963 |
42111 |
141 |
1965 |
43324 |
145 |
1967 |
44391 |
149 |
1968 |
45398 |
152 |
1972 |
47312 |
159 |
1973 |
56403 |
189 |
1975 |
63451 |
213 |
1976 |
66084 |
222 |
1977 |
65438 |
220 |
1978 |
65830 |
221 |
1979 |
62917 |
211 |
1980 |
65486 |
220 |
1981 |
60908 |
204 |
1982 |
63200 |
212 |
1983 |
63800 |
214 |
1985 |
65415 |
220 |
1986 |
65415 |
220 |
1987 |
66926 |
225 |
1988 |
73784 |
248 |
1989 |
77169 |
259 |
1990 |
79823 |
268 |
1991 |
72526 |
243 |
1992 |
61945 |
208 |
1993 |
63579 |
213 |
1994 |
62464 |
210 |
1995 |
60456 |
203 |
1996 |
61495 |
206 |
Fuentes:
Hasta 1973 Camara Sindical Agraria
1972 Censo Agrario
1975-1983 Ministerio de Agricultura
1985 en adelante Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía
La superficie agrícola en regadío ha crecido de forma constante desde 1954 hasta 1990, año en que se produce una inflexión a la baja y una cierta estabilización de la superficie total regada en torno a las 60.000 Has. Si como hemos visto, se dispone de 207 Hm3 de agua, estos se tiene que repartir entre las distintas actividades que se realizan en la provincia. Vamos a intentar realizar un cálculo de que es lo que se puede hacer con ese volumen de agua y para ello vamos a suponer que los principales usos son el agrícola y el urbano-turístico, ya que la industria apenas si tiene incidencia.
La población de Almería 410.831 habitantes, según el padrón de 1995, suponiendo una media de 300 litros habitante día, consumen 45 Hm3 al año, a la cifra anterior habría que sumar la cantidad que consumen los turistas, lo que elevaría la cifra a no menos de 50 Hm3. Suponiendo que estas aguas se reciclasen en su totalidad, se podrían reutilizar un máximo de 40 Hm3, lo que dejaría para ser utilizado por otros sectores 197 Hm3. Esta cifra debe de ser considerada muy alta ya que es improbable alcanzar esos niveles de depuración, y todas las redes tienen pérdidas, por lo que parece optimista pensar que la agricultura provincial disponga de casi 200 Hm3 para riego. Insistimos en que para que ese volumen estuviese disponible sería necesario depurar todas las aguas residuales, ahorrar todo lo posible y eliminar todas las pérdidas de las redes, lo que todavía no se ha conseguido en ningún lugar. De todas formas vamos a utilizar esa cifra para que resulte más clara la problemática que tratamos.
¿Que se puede regar con ese volumen de agua?. Parece aceptable suponer que una Ha en regadío consuma en torno a los 5.000 m3 al año, el Plan de Transformación del Poniente, con riego por goteo, cifra a cantidad necesaria por Ha en 5.500 m3. Por lo tanto, una simple división nos da la cifra de que el máximo de superficie que se puede regar con los recursos disponibles es de 40.000 Has. Insistimos en que esta contabilidad es tremendamente optimista, ya que supone unos aprovechamientos prácticamente imposibles de alcanzar, la realidad habría que situarla por debajo de esas cifras, y además habría que tener en cuenta también la distribución espacial de los cultivos, ya que los cultivos de invernaderos se sitúan en las zonas con menos recursos.
Hemos visto que la superficie regada en la provincia alcanzó su máximo en 1990 con 79.823 Has, y que a partir de esa fecha la superficie regada disminuye hasta situarse en torno a las 60.000 Has. Parece como si la superficie regada se intentase aproximar a lo que se puede regar, pero de todas formas, y siendo muy optimistas, existe un déficit, como mínimo de 100 Hm3 en el ámbito provincial. Estudios más recientes sitúan el déficit provincial en 265 Hm3.
La disminución de la superficie en regadío no se ha realizado por igual en todos los cultivos. La superficie dedicada al cultivo de hortalizas no ha disminuido, ha aumentado en 10.000 Has en los últimos 10 años, pasando de 30.000 Has en 1986 a 40.000 en 1996, lo mismo, aunque en menor medida que el olivar de regadío. Lo que ha disminuido ha sido la superficie de cultivos menos rentables, tales como los cereales en regadío, tubérculos, forrajeras, parral y cítricos, y en menor medida los frutales.
Evolución de las principales superficies en regadío (Has)
Año |
Superficie en Regadío Has |
Cereales regadío |
Tubérculos |
Forrajeras Regadío |
Hortalizas |
Cítricos |
Frutales regadío |
Olivar regadío |
Viñedo regadío |
1986 |
65415 |
4568 |
2732 |
5455 |
30102 |
6258 |
5555 |
3136 |
5937 |
1987 |
66926 |
4360 |
2890 |
6730 |
31197 |
6252 |
5649 |
3136 |
5576 |
1988 |
73784 |
4092 |
2527 |
5663 |
31293 |
5495 |
5433 |
3190 |
5207 |
1989 |
77169 |
1988 |
2283 |
4240 |
35269 |
5764 |
6040 |
3582 |
4587 |
1990 |
79823 |
3022 |
2189 |
3056 |
37495 |
5816 |
6408 |
4082 |
4578 |
1991 |
72526 |
3135 |
1562 |
3266 |
37297 |
5816 |
6406 |
3908 |
4385 |
1992 |
61945 |
3323 |
1550 |
2604 |
35426 |
5145 |
5674 |
3840 |
4015 |
1993 |
63579 |
2380 |
1425 |
2965 |
36460 |
5145 |
7341 |
4000 |
3657 |
1994 |
62464 |
1179 |
527 |
3153 |
37186 |
5145 |
7341 |
4000 |
3412 |
1995 |
60456 |
775 |
492 |
1365 |
38470 |
5268 |
6742 |
4000 |
3167 |
1996 |
61495 |
1017 |
597 |
495 |
40117 |
5268 |
6742 |
4000 |
3084 |
FUENTE: Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía
Al hablar de déficit parece como si en algún momento hubiésemos tenido agua, y después, por los avatares de la vida, la hubiésemos perdido. Nada más alejado de la realidad, el problema de la agricultura almeriense no es que se haya quedado sin agua, sino que se han puesto tierras en regadío sin tener agua, y esto es lo que ocasiona el déficit.
Antes de pasar a ver casos más concretos, vamos a intentar ver las posibles soluciones.
La más obvia sería reducir los consumos, fomentando políticas de ahorro, y utilizando ese ahorro para paliar el déficit, reciclar el agua de los pueblos y ciudades, etc. Esto se puede lograr con medidas que permitan ahorrar agua, especialmente en la agricultura y es lo que está intentando la Consejería de Agricultura con los Planes de Transformación de las distintas comarcas. No obstante con estas políticas de ahorro seguiría existiendo déficit, ya que como hemos visto, en el mejor de los casos, ahorrando y reciclando todo lo posible, hay recursos para 40.000 Has de regadío y existen en la actualidad más de 60.000. De lo que se desprende que además de las políticas de reciclaje y ahorro, sería necesario reducir los consumos para llegar a una solución de equilibrio, y eso podría suponer el abandono de cultivos.
El plantearse, siquiera, esta posibilidad por parte de los poderes públicos, le debe de quitar el sueño a más de un político. En Almería, no hay nadie que este dispuesto a asumirla, en todo caso, la realidad se irá imponiendo y ante la escasez de agua, si no hay nuevas aportaciones, los agricultores se verán obligados a abandonar sus cultivos por falta de agua o por falta de rentabilidad por la mala calidad del agua. Por lo que parece necesario, que al menos se tomen las medidas necesarias para evitar que los consumos sigan aumentando, para eso se debería de tomar una postura decidida para prohibir la creación de nuevas superficies en regadío, declarando los acuíferos, que aun no lo estén, como sobreexplotados, y tomando las medias necesarias para hacer cumplir esta prohibición. Una prohibición de este tipo debería de afectar también a todas aquellas actividades que supongan un incremento en el consumo de agua, ya que aunque el sector agrícola sea el máximo consumidor de agua, no parece justo que se haga recaer únicamente en los agricultores todo el peso de la escasez, y que mientras que no se permite la ampliación de la superficie agrícola regada se construyan nuevas urbanizaciones o campos de golf, que son superficies regadas, y que consumen tanto o más agua que los invernaderos.
La única posibilidad de mantener lo que hay pasa por conseguir nuevas aportaciones de agua. Sobre este tema ya está dicho prácticamente todo desde hace más de veinte años. Las soluciones que ahora se plantean como novedosas se vienen tratando en algunos casos desde el siglo pasado, sin que se hay hecho apenas nada por su dificultad.
El aumento de la capacidad de regulación de las aguas superficiales con la construcción de nuevos pantanos, "para evitar que el agua se pierda en el mar", no tiene en cuenta la dificultad y el coste de este tipo de obras y las características de la climatología provincial. Además hace falta que parte del agua que discurre por los ríos llegue al mar, ya que esta es la que aporta arena para las playas, ya se notan, en algunos casos los efectos de los pequeños diques y presas construidas en los cauces para combatir la erosión e incrementar la recarga de los acuíferos, en la dinámica del litoral. Esta es otra de las actuaciones que se están llevando a cabo, actuaciones encaminadas a mejorar las posibilidades de recarga de los acuíferos subterráneos, dentro de estas esta la construcción de diques y pequeñas presas y la política de repoblaciones forestales. En este aspecto hay que señalar que en el tema de recarga de los acuíferos y mejor aprovechamiento de los caudales disponibles en épocas lluviosas es en el que más cosas se podrían hacer y en el que todavía hay muchas actuaciones pendientes, solamente recordar, que pese al tiempo transcurrido desde la terminación de las obras del pantano de Benínar, aún no se han realizado las obras complementarias que permitirían aprovechar mejor las aguas reguladas en este pantano antes de que se filtrasen por el vaso.
La experiencia de los pantanos construidos en la provincia debería de hacernos reflexionar sobre la utilidad de los mismos en una provincia como la nuestra. Benínar, tiene un vaso que filtra gran parte del agua que es capaz de almacenar, Cuevas se llenó una vez en toda su historia, y el de Isabel II se aterró tan rápidamente que apenas si se pudo utilizar para riegos. De construirse todos los pantanos previstos, lo más probable es que la mayor parte del tiempo estuviesen vacíos, que cuando se llenasen, en gran parte fuese de sedimentos lo que limitaría considerablemente su vida útil, y además que perdiesen gran parte del agua que almacenasen por evaporación, suponiendo que no se filtrase por el vaso del pantano como ocurre en Benínar. Si a esto unimos los costes económicos y medioambientales y el impacto que suponen para las localidades en que se construyen, recordemos lo que paso con los pueblos de Benínar y Darrical, no parecen una solución a los problemas del agua en la provincia.
La construcción del canal entre el pantano de Cuevas y de Benínar, que se está planteando en los últimos tiempos, beneficiara indudablemente a las empresas que realicen los proyectos y las obras, pero es difícilmente justificable, no ya la necesidad, sino, la utilidad de unir dos cuencas deficitarias. Este canal tendría sentido únicamente si una de las dos cuencas recibiese aportaciones de otras, es decir un trasvase.
El planteamiento que se hace en el Plan Hidrológico provincial de trasvasar 50 Hm3 del pantano del Negratín al pantano de Cuevas, es interesante, pero considerando que en 1993 las Cuencas de Antas y Almanzora tenían un déficit de 43 Hm3, y que esta previsto realizar el Plan de Transformación de la zona regable por la presa de Cuevas, con ese caudal se solucionarían las necesidades de la comarca, por lo que el canal del trasvase del pantano de Cuevas al de Benínar no podría funcionar. Suponiendo que el trasvase del Negratín fuese posible y que no chocase con intereses de los agricultores de la comarca o de otras zonas que se podrían beneficiar del mismo.
El tema de los trasvases, también tiene sus dificultades. Almería recibe en la actualidad aguas del trasvase Tajo Segura que se utilizan para regar la zona de El Saltador en Huercal Overa, que prácticamente consume toda la dotación de este trasvase que llega a Almería. Tanto el pantano de Cuevas de Almanzora, como el de Benínar se construyeron con la expectativa de que sirviesen para regular el agua procedente de trasvases de otras cuencas, el de Cuevas del trasvase Tajo-Segura y el de Benínar del Cádiar. Pese a los años pasados desde su construcción, apenas si han recibido agua procedente de otras cuencas, es más en Benínar ni siquiera se ha llegado a realizar ninguna de las obras necesarias para posibilitar el trasvase, obras que aunque existiesen, dados los problemas del pantano no servirían para nada.
El agua del trasvase Tajo Segura, concedida a Almería para la primera fase 15 Hm3, se usa para regar la zona de El Saltador, y el aumento de caudales previsto para la siguiente fase, 200 Hm3, dado el estado en que se encuentra el Tajo, y las resistencias políticas por parte de la población de su cuenca, es más que dudoso que algún día se llegue a realizar. A lo que hay que añadir que si la dotación global del trasvase aumenta, probablemente se destine a la zona levantina, que también tiene serios problemas de agua. Así lo demuestra lo que esta pasando en la actualidad. El Plan de la Cuenca del Segura cifra la demanda de la cuenca en 2.000 Hm3, de los que solo se dispone de la mitad, el resto, 600 vendrían del Tajo, y los otros 400 no se sabe, por lo que cualquier tipo de posible incremento en el volumen del trasvase Tajo Segura, sería difícil que llegase a Almería. La Junta de Andalucía ha reclamado el incremento de las dotaciones del trasvase, y hasta ahora todas las peticiones en este sentido han sido denegadas, así ha ocurrido con la solicitud de pedir la inclusión de los 200 Hm3 previstos en la segunda fase del trasvase Tajo Segura en el Plan Hidrológico de la Cuenca del Segura, como de que se reasignen los 30 Hm3 anuales que se ahorran al reducirse las perdidas en las conducciones del trasvase. La Comisión que encarga este Plan lo que ha aprobado referente a nuestra provincia son "las propuestas de reforestación para frenar el avance de erosión en la rambla de Chirivel, y actuaciones para la mejora y consolidación de los regadíos tradicionales en los Vélez y Pulpí".
Otras presas que podrían ser trasvasar agua a la provincia, como la de Rules, esta teniendo problemas en su construcción, y existe una amplia resistencia social a cualquier tipo de trasvase a la provincia de Almería.
Queda otra posibilidad que se está planteando de nuevo en la actualidad que es el trasvase del Negratín-Guadiana Menor a la zona de Cuevas de Almanzora. Esta posibilidad es muy antigua, y hasta la fecha lo único que se ha hecho son proyectos, aunque en la actualidad las Comunidades de Regantes de la zona, apoyadas por instituciones bancarias se están interesando por el tema.
Otro de los trasvases posibles del Cádiar a la presa de Benínar, previsto cuando se construyó la presa, esta hecho el proyecto desde antes de la guerra civil, sin que se haya hecho nada. De todas formas es previsible una fuerte oposición en la zona, que también se plantea ampliar sus regadíos. Históricamente este trasvase se planteo el siglo pasado, y ya se opuso la Diputación de Granada, por lo que no se pudo realizar.
Por lo tanto, aunque los trasvases sean posibles y viables económicamente, socialmente, va a ser difícilmente asumida por los políticos. Solo hay que ver lo que pasó con el trasvase del Cádiar o de Rules al Campo de Dalías, o incluso en nuestra provincia con la utilización de los sobrantes del Adra en el Campo de Dalías, en que los agentes sociales, partidos políticos, sindicatos agrarios, etc. según su ubicación geográfica, manifiestan posturas claramente opuestas. Esto supone que esta posibilidad se pueda contemplar únicamente a medio y largo plazo y con muchas dudas.
Otra alternativa podría ser la desalación de agua de mar. A corto y medio plazo, por su coste económico, esta alternativa podría ser asumida por el sector industrial o por el urbano, lo que supondría que el agua que consumen los núcleos más grandes no se extraería de los acuíferos y además otros sectores podrían utilizar las aguas residuales, adecuadamente depuradas. Esto podría suponer una aportación en torno a los 20 Hm3, que si no se utiliza para poner nuevas tierras en regadío, puede disminuir el déficit que padecemos.
El coste de la desalación de aguas marinas no es asumible para los agricultores, por dos razones principales. En primer lugar es cara, puesta a pie de parcela en ningún caso bajaría de las 100 ptas/m3. Y en segundo lugar los agricultores que tuviesen que regar con aguas desaladas no podrían competir con los que regasen con aguas subterráneas o superficiales (el coste del agua de los pantanos se sitúa en torno a las 15 ptas m3 y la cifra normal en el Campo de Dalías es de 25 ptas/m3), ya que sus costes de producción serían bastante más altos. El coste del agua de riego se sitúa en la actualidad entre un 2,5 y un 4 % de los gastos de explotación, el incremento de precio iría en contra de los beneficios que obtiene el agricultor, por lo que en caso de que los precios bajasen su competitividad disminuiría considerablemente. Los magníficos precios conseguidos por los productos agrarios en las últimas campañas ha llevado a algunos a pensar que se puede pagar cualquier precio por el agua. Una afirmación de ese tipo supone una ignorancia batante grande de lo que es el mercado y como se encarga este de ajustar los precios.
Los intentos de construir plantas de "cogeneración", en realidad plantas termoeléctricas camufladas, se basaban en la posibilidad de vender la electricidad generada a precios muy por encima de su valor de producción para ofertar el agua destilada, subproducto de la producción de energía eléctrica, a precios por debajo de su valor real, por lo que al final el coste de la desalación la acabaríamos pagando entre todos a través del recibo de la luz. Estas plantas chocaron con una amplia oposición social que ha impedido su construcción, y además se han producido cambios legislativos que impiden, a estas plantas, la venta de electricidad a precios elevados por lo que ya no son rentables.
Es posible que en los Campo de Dalías y Níjar se pudiesen construir plantas de desalación que utilizasen como combustible la biomasa que producen los cultivos, solo en el Campo de Dalías se producen más de 500.000 Tm anuales. Hoy en día esos residuos son un problema, y utilizarlos en una planta de desalación no parece una idea descabellada, aunque hay que tener en cuenta que estos residuos son en su mayor parte agua. La utilización de estos en una planta de biogás, método más eficiente que la incineración directa, para producir abonos, como piensos para el ganado, o para todas las cosas a la vez puede suponer una solución para el problema que plantean estos residuos.
La búsqueda de soluciones individuales por el sector agrícola, plantas de ósmosis inversa para desalar aguas salobres, puede contribuir a agravar el problema, ya que el agua se extrae de acuíferos sobreexplotados, y los residuos salobres se vierten en el suelo por lo que es de suponer que acaben llegando al acuífero y salinizandolo más todavía.
De todo lo anterior se desprende que los únicos recursos con los que podemos contar a corto y medio plazo son los naturales que tenemos en la actualidad, y aquellos que podamos generar por nosotros mismos siempre que estemos dispuestos a sumir su coste económico.
Vamos a tratar con un poco de detalle casos significativos en la provincia ya que pueden servir de experiencia para no repetir los mismos errores.
La principal zona agrícola de la provincia, es sin duda el Campo de Dalías. La transformación de este espacio ha sido radical en muy poco tiempo. Los proyectos para poner en regadío esta zona, como hemos visto, en algunos casos son muy antiguos. El más antiguo sería la acequia del Campo, que regaba con los sobrantes de la vega de Dalías, cuatrienalmente, algunas superficies en el Campo. En el siglo pasado se trataba de regar el Campo con las aguas sobrantes del río Adra, a las que sumarían los "sobrantes" del Cádiar. Algunas de estos proyectos tuvieron éxito, los canales de San Fernando, que trasvasa agua de la Cuenca del Adra al Campo de Dalías, y de Fuente Nueva, galería en la Sierra de Gádor que riega el Campo de Dalías, y otros no se vieron ejecutados hasta fechas recientes, como el pantano de Benínar.
Los canales anteriores pueden ser considerados como medianas empresas que negocian con el agua. En este negocio también intento participar una gran empresa eléctrica, Fuerzas electromotrices del Valle de Lecrín-El Chorro, que construyó numerosos pozos en el Campo de Dalías, intentando convertir sus excedentes de electricidad en agua para vender a los agricultores. La experiencia de esta empresa fue un fracaso, el agua era cara, de mala calidad y además los problemas de gestión acabaron dando al traste con el negocio.
Fue la actuación pública del Instituto Nacional de Colonización, la que permitió la puesta en regadío de gran parte del Campo y la que animó a la iniciativa privada, a la vista de los buenos resultados obtenidos, a invertir en la transformación de los terrenos. Estas actuaciones son relativamente cercanas en el tiempo, comenzaron a finales de los años cincuenta, e intentaban transformar las 30.000 Has del Campo de Dalías.
Al principio de las actuaciones ya se contaba con los problemas que podía plantear la mala calidad del agua disponible, este problema se solucionó con la técnica del "enarenado" y con los avances tecnológicos que permitieron abaratar los costes de explotación de sondeos más profundos, con agua de mejor calidad.
A finales de los sesenta empezaron a aparecer los problemas relacionados con la sobreexplotación de los acuíferos. Esto llevó a plantearse la necesidad de aportar nuevos caudales por regulación de los sobrantes del río Adra, y el trasvase del Cádiar, regulados en el pantano de Benínar. Fue probablemente la esperanza puesta en esta actuación lo que hizo que no se tomasen medidas para impedir que las extracciones continuasen aumentando.
El plan de aprovechamiento del pantano de Benínar consistía, en que las aguas reguladas por este pantano, y las trasvasadas del Cádiar, abastecerían a la capital Almería, y con los sobrantes se pondría en riego un nuevo sector del Campo el V, y se complementaría el riego de los otros sectores. Además las aguas que utilizaba la capital, una vez depuradas se dedicarían a regar la vega del Andarax, en la que también existían problemas.
Los fallos del pantano y los problemas con el agua obligaron al I.N.C.-I.R.Y.D.A. a abandonar el Sector V y el IV, ya que el agua que iba destinada a regar este sector tuvo que ser destinada a los sectores VI y III, con lo que los proyectos iniciales de poner en regadío 14.705 Has, se quedaron finalmente en 6.947 Has transformadas por la Administración.
Si bien la Administración fue capaz de recortar sus pretensiones iniciales, no ocurrió lo mismo con la iniciativa privada, que continuó aumentando la superficie en regadío hasta los límites actuales.
Las esperanzas en el pantano tuvieron como consecuencia que no se tomasen medidas para restringir la ampliación de la superficie regada y el consumo de agua antes. En 1985 la situación estaba tan mal que se declaró el acuífero sobreexplotado y se prohibiese la ampliación de los regadíos existentes, prohibición que no se llevó a la práctica, por lo que la superficie regada ha continuado aumentando hasta ocupar prácticamente todo el espacio disponible, y en los últimos años, los invernaderos están trepando por las faldas de la Sierra de Gádor
La escasez y mala calidad del agua, agudizada por la sequía, hizo que se planteasen diversas medidas para paliarla. El agua almacenada en Benínar, aunque poca, permitió mantener el riego en los sectores de Colonización, además de esto se aumento la profundidad de los sondeos en busca de agua de mayor calidad, y tenemos constancia de la realización de sondeos a gran profundidad sin permiso. Afortunadamente las lluvias han llegado a tiempo y han puesto fin a la sequía, pero dado el aumento de la superficie regada y el cambio del parral por invernaderos, que consumen más agua, en el interior suponen un incremento en las demandas que en caso de que se vuelva a producir otro periodo de sequía, si no se toman medidas ahora, los recursos se agotaran con mayor rapidez poniendo en peligro la continuidad de los regadíos.
Dentro de estas medidas, se están realizando obras en los regadíos para ahorrar agua por parte de las Comunidades de regantes subvencionadas por las Administraciones Públicas, se están construyendo plantas depuradoras de aguas residuales, para posibilitar su posterior reutilización, se está planteando la utilización de la biomasa que generan los cultivos para la construcción de una planta desaladora, bien sea a través de una planta incineradora o de biogás, y se espera que Almería capital obtenga el agua de una desaladora de aguas marinas, lo que permitiría reducir los bombeos. En cualquiera de los casos, estas medidas son insuficientes para paliar los déficits existentes en el Campo de Dalías que se estiman en torno a los 100 Hm3.
El problema de la desalación de aguas marinas, es que su coste es mayor que el de las que se obtienen de recursos superficiales o subterráneos, por lo que en épocas de abundancia, como la actual, nadie está dispuesto a pagar el coste añadido que supone la desalación. Pero la abundancia actual no debe de hacernos olvidar que las lluvias actuales son excepcionales, y que ahora es el mejor momento para tomar medidas para solucionar, o al menos evitar que los problemas ocasionados por la escasez vuelvan a aparecer con la crudeza de antes.
La actitud de los agricultores y sus organizaciones ha cambiado también considerablemente según las circunstancias. En un primer momento, ante los intentos de prohibir la extensión de los regadíos, se negaba el problema, se llegó a decir que todo esto era un montaje de los murcianos que no querían competencia almeriense, que por debajo del Campo de Dalías discurrían grandes ríos de aguas subterráneas procedentes de Sierra Nevada, que siempre que se abría un pozo salía agua, y que los caudales apenas si descendían... En los últimos años la actitud ha cambiado notablemente, ya apenas si quedan zonas que se puedan transformar, y se ha exagerado el déficit para urgir a la Administración que tome medidas urgentes para solucionar el problema, urgencia que se ha olvidado por la mejor climatología del último año.
Cualquier solución para este Campo pasa por un tratamiento conjunto de la comarca, que debe incluir tanto el Campo de Dalías, como la zona del río Adra y los municipios del interior, ya que todos ellos dependen del mismo acuífero, aunque unos se vean más afectados que otros por la problemática del mismo.
Los riesgos de salinización del acuífero, aunque los veamos más lejanos, aún siguen, y si los acuíferos se salinizan, y es necesario recurrir a la desalación de aguas marinas para garantizar el riego, los costes de producción aumentaran con la consiguiente pérdida de competitividad con respecto a otros países del mediterráneo que aspiran a mejorar sus relaciones con la Unión Europea, es decir obtener facilidades para la entrada de sus productos en Europa.
El problema de la escasez del agua debe de ser visto, por lo tanto globalmente. Agua se podrá conseguir siempre; pero su coste, aunque pueda ser asumible en la actualidad, a medio plazo puede ser un obstáculo. Los altos beneficios obtenidos en los últimos años pueden crear la imagen de que la agricultura almeriense puede pagar el agua a cualquier precio, y nada tan lejos de la realidad. El mercado, más tarde o más temprano, acabará situando los precios y los beneficios a un nivel "razonable". Por lo tanto no se trata de conseguir agua a cualquier precio, sino de hacerlo con el coste más bajo posible, lo que se logra asumiendo los ciclos naturales, es decir aprovechando el ciclo del agua. El agua más barata seguirá siendo la de la lluvia que corre por los ríos y recarga los acuíferos, y el que disponga de esta tendrá unos costes de producción menores.
La ocupación del espacio y las prohibiciones en el Campo de Dalías, ha tenido como consecuencia que capitales generados por la agricultura, se dirijan a otros lugares, lo que ha supuesto la extensión de los invernaderos por la zona del Bajo Andarax, los Llanos de la Cañada, El Alquián, y en el Campo de Níjar.
En los últimos años se ha producido una extensión considerable de los regadíos en estas últimas zonas, en parte provocadas por las expectativas de la construcción de depuradora de Almería y la planta de ozono para permitir el aprovechamiento agrícola de las aguas residuales de Almería. Si los ahorros se emplean en poner en regadío nuevas superficies, al final la situación continuará igual o peor que al principio. Y de seguir la expansión de cultivos como hasta la fecha el agua depurada de Almería resultará insuficiente para regar los nuevos cultivos. Incluso hay casos, que pretenden poner nuevas superficies en regadío con agua traída de lugares lejanos, como el de transformar cerca de 200 Has en la zona de Retamar con agua de Lucainena de las Torres.
El caso del Campo de Níjar es un caso especialmente interesante. Mientras que el Campo de Dalías tiene posibilidades de que el acuífero se recargue e incluso puede obtener aguas de otras cuencas, el acuífero del Campo de Níjar, que se encuentra en una de las zonas más áridas de Europa, apenas si se recarga, no llueve, y tampoco tiene cuencas cercanas de las que tomar el agua.
El clima privilegiado, y la rentabilidad de los cultivos en regadío en la zona, eran conocidos, pero la dificultad de conseguir agua limitó la extensión de las zonas regadas. De las 18.000 Has del Campo de Níjar, a principios de los cincuenta estaban regadas solamente 300.
La actuación del I.N.C. para la transformación del Campo de Níjar en regadío comenzó en 1952, con la declaración de Interés Nacional la colonización de 4.240 Has "donde la experiencia había demostrado la existencia de agua abundante y profundidades convenientes" Esas 4.240 Has se dividieron en cuatro sectores. Los primeros colonos se comenzaron a instalar en 1959 en unas condiciones bastante precarias. Los sectores I, II y IV se desarrollaron, llegandose a regar según la declaración de puesta en riego un total de 1.742 Has. Los problemas con el agua se reflejan claramente en el Decreto 410/1963 que deja en suspenso da declaración de interés nacional para el Sector III del Campo de Níjar, en este se dice:
"No se considera conveniente la aprobación del Plan General de Colonización de este Sector, por haberse observado en el conjunto de las captaciones, tanto del Instituto como de particulares, existentes en la zona, un descenso de niveles hidráulicos y una correlativa disminución de caudales, que si bien puede ser ocasionada en mayor o menor proporción por la sequía sufrida por la región sudoriental de la península en los últimos años, cabe también obedezca a una extracción de agua subterránea en conjunto superior a la alimentación real de la cuenca hidrogeológica del Campo de Níjar."
"Se considera, por tanto, prudente, no seguir incrementando de momento el caudal total de agua subterránea aprovechada en el Campo de Níjar, hasta tanto no se compruebe durante un tiempo suficiente la estabilización de niveles y caudales."
La escasez de agua debió de ser asumida por los agricultores, ya que no se ha producido una gran expansión de los terrenos regados hasta los últimos tiempos en que la superficie regada se ha disparado hasta alcanzar más de 5.000 Has.
Al incrementarse de esa manera la superficie regada, y el agua disponible seguir siendo la misma, se está produciendo un proceso de salinización de los acuíferos de difícil solución. La SAT Campo de Níjar, apoyada por la Junta de Andalucía, está realizando obras para la mejora de riegos en 1.340 Has, obras que permitirán ahorrar agua, pero que no solucionarán el problema de la escasez.
La escasez, ha conseguido que Níjar se movilice y se cree una Mesa del Agua que presiona sobre los poderes públicos para que estos aporten el agua necesaria para mantener lo que hay e incluso aumentar la superficie regada. De la situación actual, los responsables, son sin duda los agricultores que han puesto en regadío sus tierras sin tener agua para ello. Los que tenían sus terrenos transformados contemplaron este hecho sin reaccionar, y ahora la responsabilidad de la falta de agua se atribuye a los poderes públicos que son a los que se les exige soluciones.
La solución al problema de la escasez de agua es muy complicada, pero está claro que el único lugar de donde puede obtenerse agua para este campo, sin recurrir a la desalación, es de la zona del Andarax, o de la depuradora de Almería. Para ello se podría construir un canal que partiese del río Andarax y de la planta de ozono que permitiese el llevar a los Campos de Níjar los excedentes del río en épocas de lluvias, y las aguas depuradas, en caso de que sobrasen. Estas actuaciones, no resolverían la situación, pero ayudarían a paliar el problema, es más en épocas de lluvias contribuirían a la recarga de los acuíferos del campo de Níjar.
Una situación parecida a la de Níjar puede darse a escala provincial. De hecho ya se comenzó a producir durante la pasada sequía, y si no se toman medidas ahora que en el ámbito provincial hay más agua, volverá a producirse dentro de unos años, en la próxima época de sequía.
De lo expuesto se desprende que es necesario controlar la superficie cultivada, fomentar las políticas de ahorro de agua, especialmente para usos agrícolas, y aprovechar los excedentes de las épocas de lluvia, para lo cual se puede pueden seguir buscando soluciones que permitan el almacenamiento de estas aguas en los acuíferos subterráneos. Dada la escasez del recurso, habría que utilizar los recursos disponibles para consolidar lo que tenemos, en vez de continuar aumentando la demanda, especialmente por el incremento en las superficies regadas.
A niveles esquemáticos la situación, necesidades y posibles soluciones, a escala provincial puede resumirse de la siguiente manera:
VEGA DE ADRA: es excedentaria por lo que no debería de plantear problemas, eso sí, es necesario garantizar el riego a todos los regantes de esta zona, antes de llevar a la práctica cualquier nuevo trasvase. También se hace necesario garantizar un caudal "ecológico" que permita el mantenimiento de las albuferas de Adra.
CAMPO DE DALÍAS: Redacción urgente del Plan de ordenación de extracciones previsto en la declaración de acuífero sobreexplotado. Explotación del acuífero subterráneo. Trasvase de excedentes de la cuenca del Adra, posible trasvase del Cádiar o de excedentes de la presa de Rules, regulados en Benínar. Finalizar las obras de mejoras de regadíos. Posible construcción de una o varias plantas de biogás para ser utilizado como combustible en una desaladora.
ALMERÍA CAPITAL: Si se consiguiese una regulación adecuada del agua del Río Adra, y algún aporte de otras cuencas es posible que se pudiese garantizar el abastecimiento de la capital con aguas del pantano o del Campo, sino será necesario recurrir a la desalación, asumiendo el consumo urbano el coste de la misma.
VEGA BAJA DEL ANDARAX: Caudales actuales que discurren por el río, recuperación de los aprovechamientos tradicionales (boqueras, etc.), aprovechamiento de las aguas residuales, una vez depuradas, de la ciudad de Almería. La posibilidad de regular caudales con las presas de Canjayar, Nacimiento, Isfalda y Abrucena, es discutible por su viabilidad económica, impacto ambiental y socioeconómico y por las características del terreno. Mejorar los regadíos actuales.
NÍJAR: Declaración de acuífero sobreexplotado. Redacción urgente del Plan de Ordenación de extracciones. Utilización de aguas subterráneas. Recarga del acuífero con trasvase de excedentes del Andarax. Esta posibilidad se planteo a la Consejería de Agricultura que contestó a la misma diciendo que se tendría en cuenta, pero no se decía cuando, en la actualidad parece que se está estudiando. Mejorar los regadíos actuales. Cabe la posibilidad de construir una desaladora en Carboneras, el problema es si los agricultores pueden asumir el coste del agua desalada.
LEVANTE: CUEVAS, EL SALTADOR, PULPI: Aguas subterráneas. Presa de Cuevas, Trasvase Tajo Segura. Posible trasvase del Guadiana Menor. Sobre la posible construcción de presas en Armuña y Cantoria, son válidas las mismas observaciones que se hacían con respecto a las presas del Andarax.
ZONAS DE INTERIOR: Se pueden seguir regando de la forma en que se hace en la actualidad, o si es posible aprovechando las obras mencionadas en los puntos anteriores. En cualquier caso es necesario que se implanten sistemas de riego que permitan ahorrar agua.
Es preciso señalar que si bien las tuberías y las balsas cubiertas permiten ahorrar agua al impedir la evaporación, en una provincia como la nuestra, por su aridez, cualquier espacio con agua tiene una importancia decisiva para la fauna y flora, por lo que antes de entubar las acequias existentes o cubrir las balsas, especialmente en las zonas de agricultura tradicional del interior, se debería de evaluar su impacto ambiental, y tomar medidas para que se mantengan los ecosistemas relacionados con las balsas y acequias.
Cualquier solución a los problemas hídricos de la provincia pasa por que no continúe aumentando la demanda, en este sentido habría que tomar medidas para que no continúe aumentando la superficie agrícola, ni la demanda de los usos urbanos, industriales o turísticos.
Como medida urgente sería necesario que la Confederación Hidrográfica del Sur estudiase la viabilidad de trasvasar las aguas residuales, una vez depuradas de Almería y/o los excedentes del Río Andarax al Campo de Níjar, que es la zona con mayores problemas en la actualidad. Se podría estudiar incluso la posibilidad de trasvasar inmediatamente parte de las aguas residuales, una vez depuradas, de Almería capital a esta zona, para su utilización directa. Esta posibilidad parece más barata y rápida que cualquier otra de las previstas.
Las posibles soluciones ante la problemática de la escasez, en parte ya se han tratado. Vamos a tratar de concretar y resumir:
1.- Impedir que la demanda de agua siga aumentando. Prohibiendo, si es necesario, la implantación de cualquier actividad que suponga un incremento en el consumo de agua, ya sea agrícola, industrial o urbana. En ningún caso, se debería de apoyar o subvencionar la puesta de nuevas superficies en regadío.
2.- Una vez que se consiga lo anterior, realizar un inventario de las demandas y disponibilidades de la provincia. Esto se ha intentado en numerosas ocasiones, pero debido al incremento en las demandas, cuando se ha finalizado el trabajo, y planteado las soluciones, ya no servían para nada.
3.- Fomentar el ahorro, para esto además de las campañas de concienciación, se podría subvencionar, a aquellas actividades que llevasen a la práctica medidas para ahorrar agua, y en especial al sector agrícola. Dentro de estas medidas sería necesario controlar el consumo de agua de los usuarios, para lo que se debería de generalizar la instalación de contadores. El volumen que se ahorrase debería ser utilizado para paliar el déficit.
4.- Realización de un plan provincial del agua, donde aparte de los temas anteriores, se analicen todas las posibles soluciones para un mejor aprovechamiento del agua.
5.- Finalización de las obras necesarias para el aprovechamiento de Benínar. Hay que tener claro que Benínar se podrá aprovechar cuando tenga agua, y que si construimos un canal que permite la utilización de 2.000 l/sg, eso no quiere decir que se va a disponer siempre de ese volumen, todo dependerá de la situación del pantano. Este tipo de obras será de utilidad en los momentos de lluvias, lo cual permitirá el descenso de extracciones del acuífero, con su consiguiente recuperación.
6.- Estudiar la viabilidad de conectar la planta de ozono que trata las aguas residuales de Almería, y el Andarax con el Campo de Níjar, para poder aprovechar los excedentes.
7.- Utilizar los acuíferos subterráneos como embalses, continuando con las obras necesarias para conseguir una mejor recarga de estos.
8.- Exigir que se cumpla la Ley del Trasvase Tajo Segura, y que por lo menos lleguen los 15 Hm3 establecidos. Intentando conseguir la parte que nos corresponde de las cantidades que se ahorran.
Lo anterior no va a solucionar el problema, pero al menos va a impedir que siga aumentando. El problema de la escasez de agua en la provincia, desde nuestro punto de vista no tiene solución, por lo tanto de lo que se trata es de que al igual que nuestros antepasados nos acostumbremos a vivir con él y adecuemos nuestro desarrollo a las posibilidades que tenemos y a las que puedan ir ofreciendo las nuevas tecnologías. El que el crecimiento sea tan rápido que sobrepase ampliamente los recursos disponibles, es posible que a corto plazo sea rentable, pero estamos poniendo en peligro nuestro futuro.